Israel a sus 70 años: La Incertidumbre de sus Vecinos
El primer ministro Sadat y el primer ministro Beguin se saludan en Camp David, Maryland, en septiembre de 1978. Fuente: Oficina de Prensa del Gobierno de Israel.

Por el Profesor Ken Stein

En enero de este año, el veterano periodista árabe, Rami Khouri, evaluó la región del Medio Oriente de esta manera: “Nunca antes el mundo árabe había estado tan fracturado, tan violento, tan volátil y tan vulnerable a los caprichos de ciudadanos desesperados, de autócratas poderosos, de activistas belicosos, de resistentes terroristas y de abusivos ejércitos extranjeros”. 

Cuando Israel fue creado setenta años atrás, los países del Medio Oriente eran hostiles, pero relativamente tranquilos. En aquel momento, los estados del Medio Oriente eran jóvenes, emergidos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Hoy la situación ha cambiado.

Los países de Medio Oriente sufren actualmente de altas tasas de desempleo y de un desplazamiento masivo de sus poblaciones. Muchos han sido desgarrados por rivalidades sectarias y étnicas, luchas tribales e intolerancia religiosa. Las estructuras nacionales del mundo árabe se están desmoronando y los líderes regionales aún no han manifestado voluntad suficiente de detener el derramamiento de sangre o de restaurar el orden regional. Al ser Israel un pequeño estado que no es ni musulmán ni árabe, y que además se encuentra aislado en el Mediterráneo oriental, carece de peso en la región como para poder tener influencia sobre el reordenamiento de la región. Israel no puede hacer mucho más que proteger sus fronteras, sus ciudadanos y su soberanía.

            En términos de vulnerabilidades estratégicas, Israel está más preocupado por el futuro incierto de la supervivencia del estado árabe que por la resolución del problema palestino. En tiempos de ansiedad, a modo de orientación sobre la retención de territorios -la Franja de Gaza, Cisjordania y Altos del Golán- las observaciones hechas por dos ex generales israelíes, Moshe Dayan en 1977 y el ex Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Raful Eitan en 1996 son relevantes en la actualidad.

Si tenemos en cuenta el contexto, la posición estratégica de Israel en 2018 es mejor que la que tenía en 1948. Su Producto Interno Bruto (PIB) anual es de $315 mil millones y su poderosa y sofisticada fuerza militar le proporcionan una extraordinaria capacidad de disuadir al enemigo que los fundadores del estado a finales de la década de 1940 no hubieran soñado nunca con tener. La población de Israel en la actualidad es de 8,4 millones de habitantes, mientras que en 1948 contaba con tan solo 650.000. Hoy en día el 20% de su población se encuentra aproximadamente en el nivel de pobreza, mientras que el país produce grandes cantidades de hidrocarburos exportables que han consolidado alianzas comerciales con países del Mediterráneos y del sur de Europa.

Con la excepción de las administraciones de Carter y Obama, 11 de los 13 presidentes estadounidenses trataron a Israel razonablemente bien. Todos tuvieron alguna discordia con Israel sobre algún aspecto de su política exterior. Muchos de estos problemas no fueron resueltos, como por ejemplo: la adquisición por parte de Israel de armas nucleares, el uso de la fuerza preventiva o el manejo de los territorios tomados en la Guerra de junio de 1967. Aun así, Israel desarrolló una relación estratégica profunda y mutuamente beneficiosa con los Estados Unidos que permanece consagrada tanto en la ley como en la práctica. Lo que resulta menos alentador para un país pequeño como Israel es la reducción gradual de la presencia estadounidense en la región a partir de la Guerra Fría y particularmente a raíz de las guerras en Afganistán e Irak.

La URSS fue un temido enemigo de Israel durante la Guerra Fría entre 1950 y 1980. Por el momento, el sucesor de la URSS, Rusia, busca evitar un enfrentamiento con Israel particularmente con respecto a las zonas que se encuentran al norte de Israel. Rusia parecería reconocer que Israel tiene una línea roja que no puede ser traspasada y que Israel no permitirá nunca que organizaciones iraníes u otros grupos militares asociados tomen como rehenes a las poblaciones del norte de Israel.

Mientras Egipto y Jordania mantienen en la actualidad tratados de paz con Israel, Turquía, el primer país musulmán que reconoció a Israel, está luchando por el control de territorios muy cercanos a la frontera con Israel. La elite gobernante de Irán, un país que alguna vez fue un aliado estratégico clave y un proveedor de petróleo para Israel, ha reemplazado a Egipto como el enemigo más problemático de Israel. Irán y sus grupos secuaces se oponen diabólicamente a la mera existencia de Israel. Grupos insurgentes y sus aliados al igual que organizaciones terroristas que en las últimas siete décadas no habían tenido presencia en las zonas próximas a Israel están actualmente apostados bordeando la frontera terrestre de Israel.

Los ingresos petroleros de países musulmanes que en las últimas siete décadas cultivaron la intolerancia, continúan hoy financiando a gobiernos autócratas, así como también a grupos religiosos y radicales. El panorama de enemigos de Israel tanto en su vecindario cercano como en el más distante se presenta desordenado. En la actualidad, para defenderse de sus enemigos, Israel debe recopilar inteligencia de primer nivel y al mismo tiempo poner en práctica el mismo tipo de innovación e inventiva que empleó en su momento para contrabandear personas y materiales al estado en formación.

             Si bien resulta exasperante para algunos en Israel y para sus partidarios en el exterior, Israel a sus 70 años de edad intenta encontrar una forma de llegar a un acuerdo con los palestinos. Los israelíes no han podido avanzar en este terreno debido a la enorme división ideológica que existe dentro de la propia comunidad palestina, y también debido a la enorme falta de voluntad por parte de un sector importante de los palestinos para aceptar a Israel o su mayoría judía como una realidad consumada. Además, muchos palestinos sienten desprecio por sus propios líderes. Una encuesta reciente muestra que solo el 33% de los palestinos están satisfechos con el desempeño de su presidente y el 68% exige su renuncia.. El descontento de los árabes palestinos con su liderazgo político se remonta a los tiempos del Mufti y de Arafat.

El primer ministro Rabin se da la mano con el rey jordano Hussein en el Palacio Real de Ammán en 1995. Fuente: Oficina de Prensa del Gobierno de Israel.

  Usemos la historia como contexto. El 4 de octubre de 1977, al comienzo de una reunión de cuatro horas en el Hotel Plaza de las Naciones Unidas, quien había sido general y luego ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Dayan, esbozó la posición del gobierno israelí sobre la esencia de las negociaciones entre Israel y sus vecinos árabes. Con un lujo de detalles que resultaba insoportable para el presidente Carter y su equipo, Dayan le dijo a Carter que Israel no cedería territorio a cambio de paz al acelerado ritmo que el presidente esperaba.

             El Partido Likud de Menachem Begin acababa de reemplazar a la coalición de gobierno encabezada por el Partido Laborista y liderado por Yitzhak Rabin y Shimon Peres, que había gobernado durante los primeros 29 años de existencia del estado de Israel.

Carter fue el primer presidente de los EE. UU en reclamar una “patria palestina”. Había confiado ciegamente que el Partido Laborista ganaría las elecciones de mayo de 1977 (de hecho, nadie en la administración Carter predijo una victoria de Menachem Begin). Tal escenario garantizaría    negociaciones expeditivas que llevarían a la creación de una entidad palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza. El pronóstico de Carter resultó erróneo.

Dayan le dijo a Carter, “No habrá un estado palestino independiente en los territorios y tampoco habrá participación de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) en la próxima ronda de negociaciones”. Israel no negociaría con la OLP mientras esta no reconociera el derecho de Israel a existir. En aquel momento, Dayan ya había participado en conversaciones secretas con el emisario del presidente egipcio Anwar Sadat. Begin y Sadat ya se estaban estudiando mutuamente para determinar qué tan factibles eran las chances de llegar a un acuerdo. Estas conversaciones estaban tomando lugar sin participación estadounidense.

El monólogo de Dayan continuaba: “A mi juicio, por primera vez en la historia Egipto está listo [para negociar con Israel]. Otros posiblemente no lo estén. Si a un automóvil se le quita una rueda, no será posible conducirlo. Si Egipto queda fuera del conflicto, no habrá más guerra. No podemos por ahora lograr una paz en todos los frentes. Israel no se retirará de todos los territorios. No hay forma de que Israel acceda a todas las concesiones territoriales. Podemos alcanzar un acuerdo donde no habría anexión de la Cisjordania ni soberanía israelí sobre su población, pero si mantendríamos allí nuestras instalaciones militares y nuestros asentamientos.”

Con respecto a la Franja de Gaza Dayan añadió en forma profética: “Si Israel desocupara Gaza, ¿qué pasaría? Volverían los terroristas, y también los refugiados. No habría empleo y sería una situación imposible de sostener. Tenemos que sentarnos y pensar cómo resolver el futuro de Gaza. Podemos prescindir de Gaza, pero todavía restaría resolver el problema de qué hacer con los cuatrocientos mil habitantes que allí residen.”

En 2005, Israel retiró 9000 colonos y replegó su presencia militar de la Franja de Gaza. Un año después, Hamas tomó el control de la totalidad de la Franja. Hoy hay dos millones de habitantes en Gaza, lo cual significa un incremento del 500% de la población (desde 1977). Hamas hoy, al igual que la OLP cuarenta años atrás, se niega a reconocer la existencia de Israel o de ningún estado judío.

En cuanto a los Altos del Golán, mientras el padre del actual presidente sirio, Bashar Assad, estaba al poder en Damasco, nadie imaginó qué normas regirían en Siria veinte años más tarde. El ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Raful Eitan, dijo el 20 de septiembre de 1996: “No se puede confiar en un dictador (Assad). Hoy está aquí y nadie sabe quién estará en su lugar mañana. Si pensamos que la Guerra de Yom Kipur de 1973 fue algo serio, lo que ocurrirá después de una retirada israelí de los Altos del Golán hará que aquella guerra parezca un juego.”