En la Cumbre Árabe de marzo de 2002 en Beirut, el entonces Príncipe Abdullah, Heredero de la Corona de Arabia Saudita, planteó cinco puntos para “poner fin” al conflicto árabe-israelí. Thomas Friedman, columnista de The New York Times, reveló los detalles de la iniciativa de Abdullah el 17 de febrero de 2002. Durante la cumbre misma, celebrada el 27 y el 28 de marzo, Abdullah presentó el plan, y la Liga Árabe acogió una versión revisada de este.

La resolución exhortaba a Israel a retirarse del territorio a las líneas previas a 1967, el retiro del sur del Líbano incluido; la solución del problema de los refugiados, según lo dispuesto en la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas; y el establecimiento de un Estado palestino que incluyera todo el territorio de la Ribera Occidental y Gaza, con Jerusalén Oriental como la capital. Los países árabes, por su parte, darían por concluido el conflicto árabe-israelí; firmarían un acuerdo de paz con Israel y establecerían relaciones normales con Israel como parte de esta paz en su sentido más amplio.

Entre los detalles importantes incluidos en el texto se encontraba una mención especial a los Altos de Golán como uno de los territorios a ser reintegrado tras su ocupación en 1967. Este fue el único asunto al que se le dio especial importancia, una prueba del deseo de Siria de evitar que la cuestión palestina, específicamente el debate sobre la Ribera Occidental y la Franja de Gaza, opacara su insistencia en el asunto territorial relacionado con el reintegro de todos los territorios del Golán capturados en la Guerra de 1967. Es importante destacar que la postura de Siria era un reflejo de la voluntad de Bashar Assad de cooperar con los israelíes, siempre que se pudiera reintegrar todo el territorio sirio. No obstante, las posibilidades de esta perspectiva eran limitadas. Sin embargo, una vez más, estaba dispuesto a cooperar con los israelíes, como lo había hecho Sadat a mediados de los años setenta, si todo su territorio le fuera reintegrado, posiblemente en perjuicio de los intereses palestinos. Al igual que su padre, Bashar Assad sentía poco afecto político por Yasser Arafat.

Contexto histórico: El primer plan saudí (1981-1982)

La manera en que los saudíes presentaron su iniciativa en 2002 no fue nueva. En agosto de 1981, en una extensa entrevista con la agencia de prensa oficial saudí, el rey Fahd de Arabia Saudita presentó un esbozo de un plan de ocho puntos para una solución general de la cuestión palestina. Con la ayuda de la prensa y al igual que hicieran los saudíes en 2002, Fahd dio a conocer sus ideas al público en general con antelación a la próxima Cumbre Árabe. Esta se celebró en noviembre de 1981, pero se vio interrumpida a causa de la oposición siria al plan saudí propuesto. La Cumbre se reunió nuevamente en septiembre de 1982, momento en el cual la Liga Árabe avaló una versión revisada del plan de Fahd. Fue el Príncipe Abdullah, Heredero de la Corona de Arabia Saudita, y no Fahd, quien después de la entrevista de agosto de 1981 clarificó el plan ante la prensa. Respecto a un punto de gran importancia en el contexto del conflicto, aclaró que el plan de Fahd sí daba por entendido el reconocimiento de Israel, lo cual, frente al antecedente del rechazo de los saudíes a los acuerdos de Camp David, marcaba un punto de inflexión en su postura con relación a los saudíes.

Contexto de la iniciativa árabe de 2002: El segundo plan Saudí

A principios de 2002, mientras que los Estados Unidos se preparaban para la guerra en Irak (el discurso de Bush del Estado de la Unión sobre el “eje del mal” fue pronunciado en enero de 2002), Abdullah centró el debate en los asuntos árabe-israelíes, en parte para procurar desviar la atención del hecho de que 13 de los secuestradores del 11 de septiembre provenían de Arabia Saudita. Hizo esto mediante una declaración en la que afirmaba la intención de la Liga Árabe de ofrecer a Israel relaciones diplomáticas plenas, normalizar el intercambio comercial y brindar garantías de seguridad.

Más allá del 11 de septiembre y de la guerra inminente en Irak, la iniciativa se produjo en el momento más álgido de la segunda Intifada, que siguió al fracaso de las trascendentes negociaciones de paz de Camp David (en 2000) y Taba (en enero de 2001), en las que había mucho en juego. Este contexto fue lo que hizo al plan irrelevante, con sus exigencias imposibles a cambio de concesiones árabes importantes. No solo estaba ya al mando del gobierno Ariel Sharon, de línea dura; la iniciativa se vio además opacada rápidamente por el devastador atentado de Pésaj (la Pascua judía) en el Park Hotel de Netanya a manos de la rama militar de Hamás (el 27 de marzo de 2002), y el despliegue posterior de la operación “Muralla Protectora” de Israel (el 29 de marzo de 2002). El jeque Yasín, en ese entonces líder de Hamás, dejó en claro que el atentado en Netanya era un mensaje a la Liga Árabe de que el pueblo palestino continuaría usando la lucha armada contra Israel.

La política de la Cumbre Árabe de 2002

Incluso antes de la cumbre en Beirut, los intereses enfrentados determinaron la improbabilidad de que una unión árabe resultara en una solución efectiva. En las semanas anteriores, Sharon afirmó públicamente que si el líder palestino Yasser Arafat asistía a la cumbre, era posible que no se le permitiera regresar a Ramallah. A esto se sumaba la noticia de que habría otras ausencias en la próxima cumbre: el presidente egipcio Hosni Mubarak, quien manifestó su solidaridad con Arafat; el rey jordano Abdullah, quien habló de cansancio en un informe y en otro, de preocupaciones en materia de seguridad; a ellos se sumaron los Jefes de Estado de Qatar, Kuwait, Irak, Omán, Libia y Mauritania. Solo diez de los veintidós dirigentes árabes asistieron a esta cumbre.

Sumado a la ausencia forzada de Arafat, los palestinos se vieron humillados nuevamente cuando el Presidente del Líbano, Emile Lahoud, hizo un cambio de último minuto al programa. El primer día de la cumbre estaba previsto que Arafat se pronunciaría por videoconferencia. Cuando el presidente sirio Bashar Assad terminó su discurso, Lahoud, en lugar de presentar a Arafat, presentó a otra persona. La delegación palestina se retiró en protesta.

Lahoud ofreció posteriormente varios pretextos por su forma de proceder, pero los analistas especularon que estaba cediendo a las presiones sirias para descarrilar la propuesta saudí, que se había presentado justo antes del discurso de Assad. Las relaciones políticas entre los árabes fueron agitadas durante la cumbre, con un Estado árabe procurando opacar al otro. Si bien se ofrecieron fórmulas en torno al futuro de los palestinos,  no se oyó la voz de los propios palestinos. Sin embargo, mientras que entre 2000 y 2002 los negociadores palestinos se habían puesto de acuerdo con los negociadores israelíes en varios temas, la iniciativa árabe, por su parte, era más inflexible con respecto a los israelíes.

En Camp David en julio y agosto de 2000, en Taba en 2001 y hasta la iniciativa árabe, los negociadores palestinos habían declarado, entre otras cosas, que en lugar de una capital palestina en Jerusalén Oriental, estarían conformes si los barrios árabes pasaban a ser parte del Estado palestino y los barrios judíos continuaban siendo parte de Israel. Asimismo, los negociadores palestinos accedieron a la idea de que Israel esperaba conservar algunos de sus bloques de asentamientos más grandes que se encontraban cerca de la Línea Verde. Posteriormente en esa década, los negociadores palestinos insistirían en hacer de Jerusalén Oriental la capital del futuro Estado palestino.

Mientras que el Príncipe Abdullah, Heredero de la Corona de Arabia Saudita, había sugerido una solución al problema de los refugiados según lo dispuesto en la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Iniciativa de paz árabe incluía una cláusula por separado que condicionaba su aplicación. La cláusula aseguraba que se rechazaría la repatriación de cualquier palestino al país de acogida donde vivía, en especial si esa realidad era incompatible con las circunstancias especiales de los países árabes que acogían refugiados. De hecho, la constitución libanesa prohibía a los refugiados palestinos obtener la ciudadanía libanesa, una muestra de la convicción de los libaneses (con el apoyo de sus poderosos protectores sirios) de que los palestinos no deberían tener derecho al regreso sino que deberían estar obligados a regresar a Palestina, es decir, el actual Estado de Israel.

Finalmente, el texto que describía la paz que tendría el mundo árabe con Israel era tan delicado como deliberado. Mientras que Abdullah había sugerido la “normalización plena” de las relaciones, el texto final de la resolución de la cumbre estipulaba “relaciones normales”. Esta última frase en árabe presupone el “establecimiento de relaciones que no son inusuales”, en tanto que la primera frase hubiera llamado al “proceso de mejora de los lazos políticos, económicos y culturales”.

En lo inmediato, la iniciativa árabe (saudí) tuvo in impacto insignificante en el proceso de negociación árabe-israelí. La probabilidad de que Israel restituyera todas las tierras que estaban bajo su control desde el final de la guerra de junio de 1967 era remota. El levantamiento palestino en curso, en el que civiles israelíes eran asesinados, y el atentado terrorista palestino que ocurrió inmediatamente en el Park Hotel de Netanya el 27 de marzo (un atentado suicida en el que murieron 30 israelíes y otros 140 resultaron heridos) dejaron a los israelíes sin ningún deseo de negociar su retiro de las tierras que eran el escenario de atentados terroristas.

Una década en la vida de la iniciativa

Cinco años después, en la Cumbre de Riad de 2007, veintiuno de los veintidós líderes árabes asistieron y avalaron nuevamente la iniciativa árabe de 2002. (En los medios árabes se la denominaba comúnmente la “Iniciativa de paz árabe [IPA]”). Más aún, el Secretario General de las Naciones Unidas y el Director de Política Exterior de la Unión Europea, Javier Solana, apoyaban la iniciativa. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, que apenas si examinó la iniciativa, no la rechazó de plano, y si bien esta no se convirtió en un anteproyecto para las negociaciones, las ideas que contenía —la solución de la cuestión de los refugiados, Jerusalén Oriental y las retiradas— formaron parte de las continuas negociaciones entre palestinos e israelíes, en especial antes y después de la Conferencia de Anápolis, celebrada en noviembre de 2007. La iniciativa reiteraba “la aserción de los árabes de que la paz es una elección estratégica, y que todos los Estados árabes e islámicos que apoyan la IPA estarían dispuestos a entablar relaciones normales con Israel y dar el conflicto por terminado a cambio del establecimiento de un Estado palestino a partir de las fronteras de junio de 1967 en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza, con Jerusalén como su capital. La IPA recalcaba nuevamente la necesidad de llegar a una solución de común acuerdo a la cuestión de los refugiados [palestinos], según lo dispuesto en la Resolución 194 de las Naciones Unidas, y rechazaba cualquier forma de reasentamiento en países árabes”. La creación de un comité de seguimiento indicaba que la mayoría de los Estados árabes aún procuraban llegar a un acuerdo negociado con Israel. En contraste, los Estados árabes habían acordado cuarenta años atrás, en la Cumbre Árabe de Jartum, que no habría “ninguna negociación, ningún reconocimiento, ninguna paz” con Israel.

En mayo de 2013, el Comité de seguimiento de la IPA acogió posturas más conciliadoras, al declarar en Washington su voluntad de intercambiar tierras con Israel a partir de las líneas de junio de 1967, como parte de un acuerdo con los palestinos, en el que las negociaciones llevarían a una resolución del conflicto. Los Estados árabes apoyaban plena y abiertamente un acuerdo con Israel. Este fue un aspecto de vital importancia para el proceso de negociación de 2013 y algo que estuvo ausente en Camp David en el año 2000, cuando Yasser Arafat negoció con el primer ministro israelí Ehud Barak. Aún seguían pendientes una solución de la cuestión de los refugiados palestinos y la insistencia de Israel de ser reconocido como un Estado judío, si el Estado árabe iba a ser reconocido como un Estado palestino.

–Ken Stein, abril de 2013.

Iniciativa de paz árabe

(27 al 28 de marzo de 2002)

“Beirut Declaration”, Journal of Palestine Studies. 31.4 (2002): 182. Impreso.

Nosotros, los reyes, presidentes y emires de los Estados árabes reunidos en el Consejo de la Cumbre de la Liga Árabe en Beirut, la capital de Líbano… hemos evaluado exhaustivamente los desarrollos y desafíos… relacionados con la región árabe y, en especial, con el territorio palestino ocupado.

Seguimos con gran orgullo la Intifada y la valiente resistencia del pueblo palestino. Debatimos sobre las iniciativas árabes que tienen como propósito lograr una paz justa y amplia en la región…

A partir de la responsabilidad panárabe y… los objetivos de la Carta de la Liga Árabe, anunciamos lo siguiente:

Continuaremos… protegiendo la seguridad panárabe y repeliendo las estrategias extranjeras que pretenden violar la integridad del territorio árabe.

Enviamos un saludo pleno de orgullo y honor a la perseverante y valiente Intifada del pueblo palestino contra la ocupación israelí y su destructiva maquinaria de guerra.

Saludamos con honor y orgullo a los valientes mártires de la Intifada…

Reiteramos nuestra solidaridad con el Líbano para que lleve a buen término la liberación de su territorio y nos comprometemos a brindar asistencia en su proceso de desarrollo y reconstrucción.

Nos enorgullece la resistencia libanesa y su extraordinaria perseverancia, que condujo al retiro de las fuerzas israelíes de la mayor parte del sur del Líbano y el oeste de Al-Biqa. Exigimos la liberación de los prisioneros libaneses que permanecen en prisiones israelíes…

Enfatizamos nuestra solidaridad con Siria y el Líbano ante las agresivas amenazas israelíes, que socavarán la seguridad y la estabilidad en la región.

Insistimos en que no se podrá lograr la paz en el Medio Oriente si esta no es justa y amplia… y está cimentada en el principio de territorio por paz.

Lo que se espera de Israel

    1. Un retiro absoluto de los territorios árabes ocupados, incluidos los Altos del Golán sirios, hasta la línea del 4 de junio de 1967, y de los territorios en el sur del Líbano que aún están ocupados.
    2. Lograr una solución justa al problema de los refugiados palestinos, acordada según lo dispuesto en la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
    3. Consentir el establecimiento de un Estado palestino, independiente y soberano, en los territorios ocupados desde el 4 de junio de 1967 en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza, con Jerusalén Oriental como su capital.

A cambio, los Estados árabes harán lo siguiente:

– Darán por concluido el conflicto árabe-israelí, firmarán un acuerdo de paz con Israel y lograrán la paz para todos los Estados de la región.

– Establecerán relaciones normales con Israel, dentro del marco de esta paz en su sentido más amplio.

Irak

El Consejo acoge con beneplácito las garantías de la República de Irak de que respetará la independencia, la soberanía y la seguridad del Estado de Kuwait y protegerá su integridad territorial.

Como parte de este mismo marco, los líderes destacan la importancia de suspender las campañas y las declaraciones negativas de los medios de comunicación con el fin de generar un ambiente positivo.

El Consejo hace un llamado a respetar la independencia, la soberanía, la seguridad, la integridad territorial y la seguridad regional de Irak.

El Consejo exhorta a Irak a cooperar en la búsqueda de una… solución definitiva a la cuestión de los prisioneros y detenidos de Kuwait y el reintegro de los bienes [de Kuwait].

Asimismo, el Consejo exhorta a Kuwait a cooperar con la propuesta de Irak relacionada con sus nacionales, que a través del Comité Internacional de la Cruz Roja figuran como desaparecidos.

El Consejo acoge con agrado la reanudación del diálogo entre Irak y las Naciones Unidas.

El Consejo exhorta al levantamiento de las sanciones que pesan sobre Irak y al fin de las tribulaciones del hermano pueblo iraquí…

El Consejo rechaza las amenazas de agresión contra algunos Estados árabes, en especial Irak, y reitera su rechazo categórico a un ataque contra Irak.

El Consejo denuncia el terrorismo internacional, incluido el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, así como la explotación que del mismo ha hecho Israel.

El Consejo distingue enfáticamente entre el terrorismo internacional y el derecho legítimo de un pueblo de resistirse a la ocupación extranjera, y destaca la necesidad de llegar a un acuerdo internacional en el marco de las Naciones Unidas.