Ken Stein, 17 de marzo del 2021
Existe una conexión directa entre el autogobierno judío en la diáspora con la autonomía política sionista durante el Yishuv y la cultura política contemporánea de Israel. De la misma manera, los orígenes de la democracia israelí son trazados en los cientos de años de las diásporas judías en transición al movimiento sionista a la creación del estado judío; de las aliot antes del Mandato de Palestina hasta el estado y desde 1948. Componentes de la cultura política israelí y los elementos de la democracia de Israel han evolucionado a lo largo de la historia judía: un compromiso con Sión, Eretz Yisrael y Jerusalén, una permanente observancia de las creencias principales, un enfoque común, pluralismo, autogobierno, autodefensa, adaptarse al mundo mayoritariamente no-judío, la creación de instituciones, y una caballeriza de líderes comunitarios casi inagotables que lograron grandes avances.
Ni la cultura política de Israel ni su democracia basada en la autodeterminación judía se materializaron simplemente el 15 de mayo de 1948.
Siglos de innovación y la práctica de la autonomía surgieron de siglos de experiencias judías colectivas en la diáspora. Estas experiencias se volvieron parte del AND de la diáspora judía, y fueron traídas dentro del movimiento sionista y Palestina en los siglos XIX y XX. En Palestina, sin una restricción local por parte de los otomanos, con la pobreza socioeconómica extendida por todo el país y la arraigada ineficacia de la política árabe, y posteriormente estimulado por el apoyo británico, se aceleró el ejercicio de la soberanía judía-sionista. El desarrollo del estado por medio de la compra de tierras, la inmigración y la creación de instituciones definieron y ajustaron el autogobierno judío.
Una autonomía judía muy limitada en partes de la diáspora estaba muy lejos de la soberanía. La historia judía y la cultura política judía en la diáspora generaron el autogobierno. Las variaciones de autogobierno surgieron mientras los judíos vivían como minorías, por ejemplo, en kehilot en Europa Oriental y en millets alrededor del Medio Oriente, establecieron un autogobierno comunal.
En una presentación sobre los orígenes democráticos de Israel realizada en enero del 2021, el estimado Profesor Shlomo Avineri de la Universidad Hebrea dijo “La razón del desarrollo de la democracia israelí tuvo que ver con la historia. Los judíos no tenían un poder político con sentido a la soberanía, poder político militar o ejércitos, o un autogobierno total. Pero cuando miras a la forma en la que las comunidades judías existieron en Europa y en el Medio Oriente, pero principalmente en Europa, tienes que darte cuenta que hasta el Holocausto casi 85% de la población judía en el mundo vivía en países europeos. Las comunidades europeas en Europa y el Medio Oriente tuvieron siglos de experiencia de autogobierno. La kehilá judía o la kahal judía eran entidades muy políticas a un nivel mínimo pero importante.”
Al trazar la historia judía a través del autogobierno/la autonomía, Avineri reconoce fácilmente que cuando los judíos se autogobernaban tuvieron una abundancia de deficiencias según los estándares modernos. Las mujeres no votaban. Algunas regiones y enclaves judías eran internamente más oligárquicas que otras, cuando la autoridad y el liderazgo se pasaban de una generación familiar a otra, o de un grupo de líderes establecidos a otro. Cuando ocurría eso, algunos dejaban la comunidad y emigraban a otra. Durante los siglos antes de que surgiera el sionismo moderno, los judíos practicaban el autogobierno antes de que tuvieran un territorio propio. Como una minoría permanente donde sea que vivían, los líderes judíos, cuando podían definir su compromiso político, se involucraban en promover su causa, particularmente en tiempos de una enorme inseguridad y una gran oposición gubernamental para mantener las reglas, la ética y las leyes judías por prescripción bíblica y adaptación. Los judíos en las comunidades de la diáspora ejercitaron autoridad y autonomía sociopolítica sin poseer soberanía. Los judíos practicaron el autogobierno antes de tener un territorio; ejercitaron autonomía política y social sin disfrutar de una soberanía. Antes de que hubiera una burocracia de estado, aprendieron a ser burócratas. Antes de que hubiera un gobierno de estado, los judíos se involucraron en tratos, tuvieron elecciones, propusieron agendas, disciplinaban a los suyos con multas y más, lidiaron con unas crisis, y manejaron los obstáculos donde podían. Antes de que fueran ciudadanos de un estado, los judíos crearon una sociedad civil y se acostumbraron a una revisión judicial.
En su situación comunal pre-Palestina, los judíos se imponían impuestos a ellos mismos, se educaban a ellos mismos, y sobrevivieron a tanto la austeridad como a las persecuciones sistemáticas. Comparten en común una lengua antigua y lidiaron con opiniones de disidencia. El historiador judío Jacob Katz dijo “los sionistas fueron influenciados por una extensa experiencia judía de autogobierno en el shtetl del este de Europa. Esta experiencia involucró a instituciones políticas voluntarias, inclusivas, pluralistas y contenciosas. Era también un sistema cerrado, que se enfrentaba a un mundo externo hostil y no estaba equipado para lidiar con un grupo de no judíos. La experiencia fue marcada por la necesidad de negociar, la falta de una jerarquía definida, la propagación y la influencia de grupos organizados, y la realidad de distribuir el poder, en vez del gobierno concentrado de la mayoría”. (Jacob Katz, Out of the Ghetto The Social Background of Jewish Emancipation, 1770-1870, 1973, pp. 210-216.)
Antes de que los judíos tuviesen un ministerio de relaciones exteriores soberano, ya se involucraban en asuntos exteriores. Donde sea que vivían los judíos y donde se necesitaba, los judíos promovían sus causas a los zares, duques, reyes, papas y élites. Los judíos fueron otorgados alquileres para proveer servicios y vivir por algunos momentos en designados lugares en los periodos medievales y modernos; para cumplir con la lealtad a estos gobernantes locales y dar una variedad de concesiones, estos autócratas a menudo preservaron la seguridad judía por un periodo de tiempo designado (véase abajo la referencia de Salo Baron). En la Europa del siglo XIX, los jefes de estado, o los legisladores decidían el estatus de los judíos, a veces eran protegidos, a veces tenían permitido una pizca de igualdad, a veces eran restringidos en la ocupación y residencia, a veces eran sistemáticamente atacados tanto física como verbalmente. Era la fulminante repetición de una existencia precaria que desató un sionismo que buscó un líder político o un estado que protegería la vida y la propiedad judía. Los judíos buscaron ser ciudadanos, no ser únicamente habitantes.
En tandas de varios miles a Palestina antes de la Primera Guerra Mundial, las preferencias judías incluían desarrollar y construir sus propias instituciones. Los sionistas crearon la Organización Sionista Mundial (WZO) y se reunieron en Basilea, Suiza en 1897. A partir de la WZO se desarrollaron varios comités, el Banco de Fideicomiso Colonial de Palestina y de este surgió el Banco Anglo-Palestino, el Fondo Nacional Judío en 1901, y su oficina de Palestina en Jaffa en 1907. Para la financiación, la WZO buscó contribuciones, pero también aplicó un impuesto a sus miembros. Entre 1897 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, la WZO se reunió trece veces expandiendo y creando instituciones necesarias para el futuro estado, como lo hizo en 1913, cuando logró construir una Universidad Hebrea en Jerusalén la cual se inauguró en 1925.
Del lado judío secular, el autogobierno de los judíos se desarrolló cuando en 1918 los británicos reconocieron la “Comisión Sionista” (ZC) liderada por Chaim Weizmann. La Comisión Sionista asistió a los judíos palestinos necesitados en crisis que habían sufrido durante la Primera Guerra Mundial. La Comisión Sionista se convirtió en un aliado político casi oficial del gobierno militar británico ocupante mientras otros sionistas representaban los intereses de los judíos de Palestina en la Conferencia de Paz de Paris en 1919. Cuando el gobierno británico de Palestina oficialmente comenzó en 1920, la Comisión Sionista se convirtió en el Directivo Sionista en Palestina, liderado por Coronel Frank Kisch. Kisch se reunía semanalmente con miembros de la administración del Alto Comisionado Británico Herbert Samuel para crear leyes y regulaciones pertinentes a la idea del crecimiento de Hogar Nacional Judío.
En 1920, el Fondo Nacional Judío abrió su oficina en Palestina. Junto con otras organizaciones financieras y de adquisición de tierras (Keren Hayesod, Empresa para el Desarrollo de la Tierra de Palestina, Asociación de Colonización de Palestina), fueron establecidas para fomentar el apoyo y crecimiento de la idea de un hogar nacional. La Comisión Sionista y el Directivo Sionista en Palestina se transformaron en la Agencia Judía (JA) que fue oficialmente reconocida por los británicos en el Mandato para representar los intereses comunitarios judíos; durante el Mandato, la Agencia y su predecesor, el Directivo Sionista en Palestina, fueron el vínculo político para el gobierno británico en Palestina, con la Sociedad de Naciones en Ginebra y con la comunidad internacional para promover el hogar nacional. Dentro de la comunidad judía, antes y después de 1920, se desarrollaron varios partidos políticos judíos representando a todas las ideologías políticas, desde el capitalismo hasta el marxismo. Al querer construir una sociedad de obreros, se formó federación general de obreros (Histadrut), la cual asistió a las necesidades de los obreros a lo largo de sus vidas. De manera colectiva, pero no siempre colaborativa, los sionistas crearon el Vaad Leumi (VL), el Consejo Nacional Judío. En 1920, el autoestablecido Vaad Leumi unió varios puntos de vistas heterogéneos. En 1937, los británicos dieron crédito al VL por contrarrestar fuerzas divisivas dentro de la comunidad judía y por forjar una “autoconciencia nacional”. El VL promovió el sufragio universal. En 1928, los británicos otorgaron un reconocimiento legal al consejo ya que este se enfocó en atender a las necesidades internas de la comunidad, incluidas las necesidades de salud, bienestar social y educación. Desde los primeros días en Palestina, la comunidad judía se hizo cargo de la educación por sí misma y luego bajo el Mandato, los británicos proveyeron escasas subvenciones estatales a una población árabe más grande con un nivel más alto de analfabetismo. Los sistemas de educación árabe y judío no tenían contacto entre sí, a lo largo del Mandato, aumentó la distancia entre ambas comunidades según un Reporte Británico de 1945 sobre el sistema educativo judío en Palestina.
Los inmigrantes judíos recién llegados a Palestina desde la década de 1870 en adelante eligieron principalmente vivir separados de las comunidades árabes; no buscaron ser absorbidos en los pueblos árabes existentes o vivir entre la población mayoritariamente árabe. Inicialmente, eligieron vivir en el valle y las regiones costeras de Palestina, muchas de estas áreas apenas fueron pobladas. Por ejemplo, no buscaron vivir en áreas de Judea y Samaria, que se habían convertido en la continuidad más larga de establecimientos de aldeas árabes. Los judíos aplicaron las lecciones, aprendidas con esfuerzo de sus experiencias en Europa de vivir separados. Construyeron sus propios moshavim, kibbutzim, y pueblos. La mayoría de los nuevos inmigrantes judíos tenían un contacto limitado con las poblaciones árabes locales. Los gobernantes otomanos árabes en Palestina, como el gobierno británico sucesor, demostraron muy poco interés en promover una integración física o comunal. Durante siglos en las áreas mediterráneas, las autoridades otomanas árabes motivaron a cada religión a controlar sus asuntos civiles–matrimonio, divorcio, y herencia. Con la presencia de fuertes intereses judíos y precedencias de las experiencias europeas, de separación religiosa ya en vigor, los británicos no intentaron una ingeniería social para impedir una separación religiosa o secular.
Dentro de la comunidad judía, existían las cortes rabínicas locales, y después a nivel nacional los rabinos preparados trabajaban como rabinos líderes hasta febrero de 1921, cuando las comunidades judías de Palestina eligieron a un Consejo Rabínico general para Palestina con dos Rabinos Jefes, uno para la comunidad sefardí y otro para la comunidad askenazí respectivamente. Desde 1919, las comunidades árabes en Palestina establecieron asociaciones musulmanas-cristianas locales, lo que a su vez llevó a la creación de un Comité Árabe Mayor para representar los intereses políticos árabes ante los británicos. En 1921-1922, los británicos crearon el Consejo Musulmán Supremo para supervisar los asuntos religiosos. Con la Ordenanza de Comunidades Religiosas en Palestina, los británicos reforzaron la separación comunal. La Ordenanza declaró que cada religión continuaría realizando decisiones judiciales sobre sus propias comunidades y continuarían solicitando una autotasación para las necesidades de la comunidad. El distanciamiento espacial, una autonomía autorregulada fue reforzada con la separación religiosa impuesta por el gobierno. Fallaron los esfuerzos británicos de hacer que los judíos, musulmanes y cristianos se involucren en un autogobierno cooperativo, aunque judíos y árabes poblaron los departamentos del gobierno británico en grandes números y también cooperaron en instituciones locales de gobierno municipal. Mucho antes que lo hayan sugerido los británicos en 1937, la partición física de Palestina en un estado árabe y otro judío para aliviar la violencia intercomunal, los británicos desarrollaron una partición institucional entre las comunidades.
Donde Herzl intentó y fracasó en su intento de que el Sultán otomano otorgase a los judíos un estatuto para obtener el permiso para construir una entidad judía, Weizmann y el Directivo Sionista de Londres lograron ayudar a redactar la Declaración Balfour. Los representantes de la Agencia Judía exitosamente asesoraron al Fiscal General de Palestina, General Norman Bentwich en la redacción de las leyes a ser implementadas en el gobierno del Mandato. Weizmann y otros presionaron exitosamente contra la implementación del Libro Blanco de Passfield de 1930 (La declaración política de Palestina), lo que hubiese puesto severas restricciones sobre la inmigración y la adquisición de tierras del Hogar Nacional Judío. De hecho, esos estrangulamientos al crecimiento estado judío fueron implementados en el Libro Blanco de 1939, dando a los sionistas la década crucial de 1930 para expandir significativamente su control sobre Palestina, tanto geopolíticamente como demográficamente. En la misma década, la Agencia Judía “demostró” que las ventas de tierras árabes a los judíos no creó el deslazamiento árabe. En la década de 1930, abogados el Fondo Nacional Judío y la Agencia Judía escribieron y enmendaron leyes que permitían la adquisición irrestricta de propiedad de pequeños y grandes terratenientes palestinos árabes. La reunión de líderes árabes en Damasco en 1938 concluyó que el estado judío se encontraba en ciernes.
Durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, la Agencia Judía realizó un gran esfuerzo en intentar quitar a los judíos fuera de la Europa hostil. “Aliyah B” se desarrolló con ese propósito, (la B de Bilti Legal–inmigración ilegal en Palestina). En la ONU en 1945, los diplomáticos sionistas trabajaron contra la propuesta de que los británicos permanezcan en Palestina, por medio de una autorización internacional renovada. En 1947, persistentes burócratas de la Agencia Judía persuadieron a los delegados de los países para votar a favor del Plan de Partición de la ONU de 1947. El ejercicio más impresionante de participación de la sociedad civil pre-estado sucedió durante los primeros meses de 1948. Sin un estado de derecho forzándolos, los judíos en el Yishuv, voluntariamente movilizaron a la sociedad civil, de la misma manera que apoyaron desde los 1930s en adelante la organización de unidades de autodefensa en las décadas antes del nacimiento del estado.
[I-D –1939 – David Ben-Gurion, Chaim Weizmann, Eliezer Kaplan]En el camino a convertirse en el estado de Israel, la heterogeneidad de la cultura política era evidente, cargada de fricciones y dinámica: askenazíes, yemenitas, polacos, alemanes, sefardíes, mizrajíes, rusos, etíopes, religiosos, no religiosos, judíos y árabes (musulmanes y cristianos) originarios de allí, como también inmigrantes recién llegados. Israel en el 2021 continúa desarrollándose internamente. Sus relaciones con sus vecinos aún permanecen incompletas, así como Estados Unidos permaneció incompleto en 1848, 72 años luego de su nacimiento. Israel todavía se encuentra evolucionando, con una estable y ruidosa corriente de voces, contenido y estilos que influyen su política, cultura, y constantemente “recocida” naturaleza pluralista. Las facilidades y dificultades al absorber inmigrantes no se limitan solo a las personas; sino que abarca incesantemente la cultura por medio de la comida, la literatura, la música, la política, y mucho más. Aun así, de acuerdo al Índice de Seguridad Nacional INSS 2020-2021, existe una profunda opinión nacional que ser un israelí provee una enorme capacidad de afrontar los desafíos que están por presentarse, confiando en el establecimiento de su seguridad en un 85%, un mero 25-30% de la población confía en sus gobiernos u oficiales del gobierno.
Israel ha tenido 13 primeros ministros, la elección de la Knesset en marzo del 2021 es la 24.a en 72 años. Más de 800 individuos han servido en el parlamento. Decir que Israel es una democracia vibrante sería una subestimación: ¡cuatro elecciones en 23 meses!
Los judíos instintivamente han transportado su cultura política aprendida durante siglos, con orígenes en Europa del este y el Mediterráneo. Los inmigrantes judíos continuaron prácticas autodidactas en el periodo antes del establecimiento del estado. Era normal ver al primer parlamento de Israel evolucionar como un parlamento democrático porque los judíos han abarcado los puntos de vista de la minoría en el pasado, comenzando en el Congreso Sionista en 1897. Era relativamente fácil establecer ministerios soberanos a partir de los departamentos que servían a las necesidades de los judíos durante el Mandato. El compromiso de sostener un hogar nacional evolucionó fácilmente en un compromiso de defender al estado. A pesar de las grandes diferencias en la definición del sionismo, o el rol diario de que religión jugaría en los asuntos del estado, existía una profunda convicción singular, basada en ideal innegociable de que los judíos tenían que ser un pueblo libre en su tierra.
Para una lectura adicional sobre la evolución y el perfeccionamiento de la cultura política judía y su democracia, véase Salo Baron , The Jewish Community: Its History and Structure to the American Revolution (1942). David Horowitz, State in the Making (1953); Leonard Stein, The Balfour Declaration, (1961); Alan Zuckerman y Calvin Goldscheider en The Transformation of the Jews, University of Chicago, 1984, pp. 3-75; Alan Dowty en “Jewish Political Traditions and Contemporary Israeli Politics,”Jewish Political Studies Review, 1990; Daniel Elazar, “Communal Democracy and Liberal Democracy in the Jewish Political Tradition,” 1993; Daniel Elazar, “The Jews’ Rediscovery of the Political and its Implications,” 1996; Jacob Katz, Out of the Ghetto – The Social Background of Jewish Emancipation, 1770-1870, (1973), Jacob Katz, Jewish Emancipation and Self-Emancipation, (1986) and Mosha Naor, “Israel’s 1948 War of Independence as a Total War,” Journal of Contemporary History (2008). Para otras fuentes véase Theodor Herzl, El Estado Judío (1896), Max Nordau, Discurso en el Congreso Sionista897), La Declaración de Independencia de Israel (1948), y Las Leyes Básicas de Israel, (1958).