Declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Andrei Gromyko, ante la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina
Andrei Gromyko, fotografiado en los Países Bajos cuando prestaba servicios como Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética. (De dominio público)

(14 de mayo de 1947)

Fuente: Debate sobre el informe de la Primera Comisión para el establecimiento de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina (documentos A/307 y A/307/corr. 1), 77.a sesión plenaria de las Naciones Unidas. http://unispal.un.org/UNISPAL.NSF/0/D41260F1132AD6BE052566190059E5F0

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética vio al naciente Yishuv (la comunidad de asentamientos judíos en Palestina) y luego al incipiente Estado de Israel como posibles aliados; consideró que el mantenimiento de las buenas relaciones con Israel ofrecería una oportunidad para asegurarse una presencia política en el Medio Oriente. A pesar de una postura oficial antisionista, Stalin actuó de forma pragmática al apoyar el plan de partición de Palestina de las Naciones Unidas de noviembre de 1947. Las tendencias socialistas de los primeros colonizadores judíos en Palestina, muchos de los cuales provenían de la Unión Soviética, despertaban la curiosidad de los dirigentes soviéticos; la esperanza era que Israel se estableciera bajo la bandera del socialismo, transformando a Israel en un aliado natural. Entre 1947 y 1948 el Departamento de Estado de los Estados Unidos temía que Israel se inclinaría por Moscú.

Al apoyar al Estado judío como parte del plan de partición, Moscú pretendía acelerar la eliminación de la presencia occidental tanto física como política, en especial la de Gran Bretaña. En su discurso, Gromyko argumentó que la administración británica de Palestina era un fracaso total, e insinuó que la experiencia imperialista de Londres era enormemente inepta. Subió al podio de la ONU para apoyar la causa judía de tener una patria, en especial para aquellos pocos que sobrevivieron la matanza de seis millones de judíos en manos de quienes describió como “los fascistas hitlerianos.” Argumentó que tanto los judíos como los árabes tenían “lazos históricos” con la tierra, por lo que una “solución unilateral” no era una solución política viable. El Ministro de Relaciones Exteriores sugirió que se intentara la opción de un Estado, pero que “si las relaciones entre las poblaciones árabe y judía resultaran ser tan malas que sería imposible reconciliarlas y garantizar la convivencia pacífica entre las dos, [entonces] deberían establecerse dos Estados independientes y autónomos, uno judío y uno árabe”. Tres días después de la declaración de independencia de Israel, Moscú reconoció a Israel. Durante la Guerra de Independencia de Israel, el Gobierno checo, en ese entonces miembro del bloque soviético, suministró armamento al naciente y necesitado ejército israelí. En las Naciones Unidas, en septiembre de 1951, Moscú no se opuso a las críticas contra Egipto por impedir el libre uso del Canal de Suez a las embarcaciones con destino a Israel. Durante los años cincuenta, a medida que Israel se acercaba más a una alianza occidental, liderada por los Estados Unidos, y los Estados árabes se acercaban a Moscú, la Unión Soviética se tornó marcadamente hostil hacia Israel; fue responsable, en especial, de convocar a la Asamblea General de la ONU para la aprobación de una resolución en 1975 que calificaba al “sionismo como racismo”. Después del estallido de la guerra de 1967, Moscú rompió sus relaciones diplomáticas con Israel, y las reanudó en 1991.

–Ken Stein, noviembre de 2012.

Sr. GROMYKO (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) (traducido del ruso): Durante el debate, tanto en las sesiones plenarias de la Asamblea General como en la Primera Comisión, se ha demostrado que la cuestión palestina se ha tornado en un problema político grave. Esta opinión parecen compartirla todas las delegaciones que participaron en el debate. Esta conclusión está respaldada por el mismo hecho de que la cuestión está siendo debatida por las Naciones Unidas.

No obstante, el hecho de que la cuestión palestina se haya convertido en un tema de debate en la Asamblea General demuestra no solo que el problema es grave, sino que además impone sobre las Naciones Unidas la responsabilidad de resolverlo. Este hecho nos obliga a estudiar la cuestión detenidamente desde todos los puntos de vista; y nos deben guiar los propósitos y principios de nuestra Organización, así como el interés de preservar la paz y la seguridad internacional.

Durante el debate también se ha demostrado que en esta sesión extraordinaria de la Asamblea resulta difícil tomar una decisión final y definitiva sobre el fondo del problema. Por lo tanto, el debate durante esta sesión puede considerarse únicamente como la etapa inicial del análisis de la cuestión palestina. En la opinión de todas las delegaciones, la Asamblea General deberá tomar una decisión sobre el fondo de esta cuestión durante su próxima sesión ordinaria a finales de 1947.

Sin embargo, el debate ha demostrado que las delegaciones de una serie de Estados consideran útil el intercambio de opiniones sobre determinados aspectos de la cuestión palestina durante esta sesión. El debate de ciertos aspectos del problema, si bien incompleto, ha resultado útil. En primer lugar, ha permitido que las delegaciones adquieran un mejor entendimiento de los hechos relacionados con la cuestión palestina y, en especial, sobre la situación que se ha generado en ese país en el presente momento. En segundo lugar, dicho debate, si bien es de una naturaleza preliminar, facilita la tarea de definir las funciones y la dirección del trabajo de la comisión que estamos a punto de establecer con el propósito de preparar propuestas sobre el fondo de la cuestión para la sesión ordinaria de la Asamblea General.

Al debatir la cuestión palestina, incluso de manera preliminar, y al analizar las tareas y funciones de la comisión antes mencionada, no podemos ignorar, en primer lugar, el importante hecho de que el sistema de administración de Palestina bajo mandato, establecido en 1922, no se ha justificado. No ha superado la prueba. Es difícil cuestionar la veracidad de esta conclusión. Es un hecho indiscutible que los objetivos fijados al establecerse el mandato no se han cumplido. Las declaraciones solemnes que acompañaron el establecimiento del sistema de administración de Palestina bajo mandato no pasaron de ser declaraciones y no se han transformado en hechos.

La conclusión según la cual el sistema de administración de Palestina bajo mandato no se ha justificado se confirma al analizar la historia completa de la administración de Palestina según este sistema, por no hablar de la situación que se ha desarrollado en ese país en el presente, la cual respalda esta conclusión. A este respecto, puede recordarse que en 1937 la Comisión Peel de Gran Bretaña, luego de estudiar la situación en Palestina, declaró que la ejecución del mandato era imposible. La Comisión Permanente de Mandatos de la Sociedad de Naciones también llegó a una conclusión similar, en la que se señalaba la “imposibilidad” de la implementación del mandato sobre Palestina. La comisión que nos disponemos a crear debe determinar los hechos históricos relacionados con esta cuestión.

Pueden presentarse muchos hechos más sobre la historia de la administración del mandato de Palestina que confirman el fracaso de este sistema de administración. Sin embargo, no es necesario enumerar estos hechos en detalle. Basta con mencionar, por ejemplo, el levantamiento árabe que ocurrió en 1936 y continuó durante varios años. Hay además muchos hechos relacionados con la situación actual en Palestina que respaldan la conclusión antes mencionada. Todos conocemos los acontecimientos sangrientos que están teniendo lugar en Palestina. Dichos acontecimientos son cada vez más frecuentes.

Por esta razón, estos acontecimientos son objeto de una mayor atención por parte del mundo entero y, en especial, por las Naciones Unidas. La Asamblea General considera en estos momentos que el problema es un resultado directo del fracaso del sistema de administración de Palestina bajo mandato, que ha resultado en un agravamiento de la situación y los acontecimientos sangrientos en ese país. El simple hecho de que haya sido el mismo Gobierno del Reino Unido quien presentó esta cuestión para su análisis por la Asamblea General es sumamente revelador. Esto solo puede considerarse como un reconocimiento de que la situación actual en Palestina no puede continuar. La comisión especial debe estudiar detenidamente la situación que en el momento impera en Palestina.

Es bien sabido que los representantes del Gobierno del Reino Unido han declarado en varias ocasiones, incluso antes de que la cuestión fuera sometida a la Asamblea General, que el sistema de administración de Palestina bajo mandato no ha logrado justificarse y que la solución al dilema de cómo abordar la situación en Palestina deben encontrarla las Naciones Unidas. Es así que, a modo de ejemplo, el Sr. Bevin realizó la siguiente declaración ante la Cámara de los Comunes el 18 de febrero de 1947:

“Tenemos la intención de presentar ante ellos [las Naciones Unidas] un recuento histórico de la manera en que el Gobierno de Su Majestad ha cumplido la tarea que se le ha confiado en Palestina durante los últimos veinticinco años. Explicaremos que en la práctica el mandato ha demostrado ser inviable y que las obligaciones asumidas con las dos comunidades en Palestina han demostrado ser irreconciliables”.


Esta declaración, emitida por el Ministro de Relaciones Exteriores británico, reconoce directa y abiertamente la situación real que ha generado la administración de Palestina bajo mandato. Reconoce que la administración no solucionó uno de los problemas más importantes y graves —las relaciones recíprocas entre árabes y judíos—, y que esta administración no ha asegurado el cumplimiento de los objetivos fijados al establecerse el mandato.

El sistema actual de gobierno, según lo declara el Sr. Bevin, es inaceptable tanto para la población árabe como la judía de Palestina. Tanto árabes como judíos protestan en contra de él. No ha gozado ni ahora ni en el pasado del apoyo de los pueblos de Palestina; y sin este apoyo, es inevitable que la situación derive en mayores dificultades y complejidades. En lo relativo a la actitud de las poblaciones árabe y judía hacia el sistema de administración de Palestina bajo mandato, el Ministro de Relaciones Exteriores británico afirmó en su discurso del 27 de febrero ante la Cámara de los Comunes que la administración de Palestina se vio enfrentada a una tarea sumamente difícil, no contó con el apoyo del pueblo y estuvo sujeta a las críticas de ambas partes.

La comisión que nos disponemos a crear no puede ignorar las conclusiones a las que llegó el mismo Gobierno del Reino Unido en torno a los resultados de la administración de Palestina bajo mandato.

Es ampliamente conocido que no solo el Gobierno del Reino Unido ha llegado a esta conclusión. A modo de ejemplo, la comisión conocida como la Comisión de Investigación Angloamericana sobre Palestina, que estudió la cuestión en 1946, llegó a una conclusión que era en esencia la misma. El informe de esta comisión sobre la situación imperante en Palestina contiene el siguiente pasaje:

“Palestina es un campamento armado. Vimos las señales tan pronto como cruzamos la frontera, y cada día nos hacíamos más conscientes del tenso ambiente que se vivía. Muchos edificios tienen alambrado de púas y otros mecanismos de defensa. Nosotros mismos estábamos celosamente protegidos por la policía armada y con frecuencia éramos escoltados por vehículos blindados… en todo el país hay construidos un número considerable de cuarteles de policía”.1/

De esta manera describió la Comisión Angloamericana la posición en Palestina. La descripción de la situación es otra prueba más de los resultados de la administración de Palestina bajo mandato. La afirmación de que Palestina se ha tornado en un “campamento armado”, como lo asegura la Comisión, es un hecho que habla por sí mismo. En dichas circunstancias, no se puede hablar de forma seria sobre la defensa de los intereses de la población de Palestina, de mejorar las condiciones materiales de su existencia o de elevar su nivel cultural.

La misma Comisión Angloamericana resaltó los siguientes datos de gran interés:

El número total de personas que ocupan puestos laborales de tiempo completo en la policía y la administración penitenciaria alcanzó los 15 000 en 1945. Esta cifra es sumamente reveladora. Nos explica cómo se distribuyen los considerables recursos, algo que representa una carga para la población. En otras circunstancias, estos recursos podrían destinarse al desarrollo económico y cultural del país y para servir los intereses de la población. Aquí hay otro hecho. Entre 1944 y 1945, se destinaron 18 400 000 dólares estadounidenses al mantenimiento del “orden público”. Durante el mismo año fiscal, solo 2 200 000 dólares fueron dedicados a cuestiones de salud, y 2 800 000 dólares a la educación.

A partir de estas cifras, la Comisión Angloamericana llegó a la siguiente conclusión digna de atención: “Por lo tanto, incluso desde una perspectiva presupuestaria, Palestina ha avanzado hacia un Estado semimilitar o policial”.2/

Los datos mencionados anteriormente, extraídos del informe de la Comisión de Investigación Angloamericana sobre Palestina, son de particular importancia al describir la situación imperante en Palestina, y deben llevarnos a considerar seriamente cómo puede subsanarse la situación actual y cómo puede encontrarse una solución a la cuestión palestina que favorezca tanto los intereses de sus pueblos como los generales de las Naciones Unidas. La labor de la comisión especial deberá ser cooperar con las Naciones Unidas para lograr una solución al problema mediante el estudio sobre el terreno de la situación actual en Palestina.

En vista de la situación actual que impera en Palestina, ¿acaso sorprende que tanto árabes como judíos exijan la terminación del mandato? En esto están totalmente de acuerdo; no existe ningún desacuerdo al respecto. Las Naciones Unidas deben tomar esto en cuenta al considerar el problema del futuro de Palestina.

Al debatir el tema de la labor de la comisión en la preparación de propuestas en torno a Palestina, debemos tener en cuenta otro aspecto importante de este asunto. Como sabemos, las aspiraciones de un segmento considerable del pueblo judío están relacionadas con la cuestión de Palestina y su futura administración. Este hecho escasamente requiere de pruebas. No es sorprendente, por lo tanto, que se haya dado más atención a este aspecto del problema, tanto en la Asamblea General como en las sesiones de la Primera Comisión. El interés en este tema está plenamente justificado y es comprensible.

Durante la última guerra, el pueblo judío padeció un dolor y un sufrimiento excepcionales. Sin exagerar, este dolor y sufrimiento son indescriptibles. Es difícil expresarlos en términos de meras estadísticas de víctimas judías o agresores fascistas. Los judíos fueron objeto de aniquilación física casi total en las regiones dominadas por los hitlerianos. La cifra total de los miembros de la población judía que murieron en manos de los verdugos nazis se estima en aproximadamente seis millones. Tan solo aproximadamente un millón y medio de judíos en Europa Occidental sobrevivieron a la guerra.

Sin embargo, si bien estas cifras brindan una idea del número de víctimas del pueblo judío en manos de los agresores fascistas, no brindan una idea de las adversidades que un gran número de judíos enfrentaron después de la guerra.

Una gran parte de los judíos que sobrevivieron en Europa se vieron privados de sus patrias, sus hogares y sus medios de existencia. Cientos de miles de judíos deambulan errantes por muchos países de Europa en búsqueda de medios de existencia y de un refugio. Una gran parte de ellos se encuentra en campamentos de desplazados y sufriendo enormes privaciones. El representante de la Agencia Judía, a quien escuchamos durante la Primera Comisión, hizo hincapié en estas privaciones.

Podría cuestionarse si las Naciones Unidas, en vista de la difícil situación de cientos de miles de sobrevivientes de la población judía, pueden ignorar la situación de esta gente, separada de sus países y sus hogares. Las Naciones Unidas no pueden ni deben ser indiferentes a esta situación, pues sería incompatible con los altos principios proclamados en su Carta, que contienen disposiciones para la defensa de los derechos humanos, independiente de la raza, la religión o el sexo. Ha llegado el momento de ayudar a este pueblo, no con palabras, sino con obras. Es fundamental demostrar preocupación por las necesidades urgentes de un pueblo que ha padecido enormes sufrimientos como resultado de la guerra emprendida por la Alemania hitleriana. Es una obligación de las Naciones Unidas.

Debido a la necesidad de manifestar preocupación por las necesidades del pueblo judío, que se encuentra sin hogar y sin medios de subsistencia, la delegación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas considera fundamental, en este respecto, poner en conocimiento de la Asamblea General la siguiente circunstancia fundamental. La experiencia pasada, en particular durante la Segunda Guerra Mundial, demuestra que ningún Estado europeo occidental logró brindar la ayuda necesaria al pueblo judío en la defensa de sus derechos y su propia existencia ante la violencia hitleriana y de sus aliados. Este es un hecho desagradable, pero que por desgracia, y al igual que todos los demás hechos, debe ser reconocido.

El hecho de que ningún Estado de Europa Occidental haya logrado garantizar la protección de los derechos fundamentales del pueblo judío y protegerlo de la violencia de los verdugos fascistas explica las aspiraciones del pueblo judío de establecer su propio Estado. Sería injusto no tomar esto en cuenta y negar el derecho del pueblo judío de hacer realidad esta aspiración. Sería injusto negar este derecho al pueblo judío, en especial a raíz de todo lo que padeció durante la Segunda Guerra Mundial. Por consiguiente, el estudio de este aspecto del problema y la preparación de las propuestas pertinentes deben constituir una parte importante de la labor de la comisión especial.

A continuación, trataré una cuestión fundamental relacionada con la definición de las tareas y los poderes de la comisión que estamos a punto de establecer, es decir, la cuestión del futuro de Palestina. Es bien sabido que existen muchos planes diferentes en torno al futuro de Palestina y las decisiones del pueblo judío relacionadas con la cuestión palestina. En especial, la Comisión de Investigación Angloamericana sobre Palestina ha presentado diversas propuestas relacionadas con esta cuestión, a las que me he referido. Entre los planes más conocidos sobre la cuestión del futuro de la administración de Palestina, me gustaría mencionar los siguientes:

1. El establecimiento de un único Estado árabe-israelí, con igualdad de derechos para árabes y judíos;

2. La partición de Palestina en dos Estados independientes, uno árabe y uno judío;

3. El establecimiento de un Estado árabe en Palestina, sin el debido respeto de los derechos de la población judía;

4. El establecimiento de un Estado judío en Palestina, sin el debido respeto de los derechos de la población árabe.

A su vez, cada uno de estos cuatro planes fundamentales tiene variantes para regular las relaciones entre árabes y judíos, y para resolver ciertos otros problemas. No analizaré estos planes en detalle en este momento. La Unión Soviética explicará su postura sobre los diversos planes en mayor detalle una vez que se preparen y evalúen las propuestas definitivas y, en especial, cuando se tomen las decisiones sobre el futuro de Palestina. Entretanto, me limitaré a realizar un par de comentarios sobre el contenido de los planes propuestos, desde el punto de vista de la definición de las tareas de la comisión en esa esfera.

Al analizar los diversos planes para el futuro de Palestina, es indispensable, ante todo, tomar en cuenta los aspectos particulares de esta cuestión. Es fundamental tomar en cuenta el hecho irrefutable de que la población de Palestina consiste de dos pueblos, los árabes y los judíos. Ambos tienen lazos históricos con Palestina. Palestina se ha transformado en la patria de estos dos pueblos, cada uno de los cuales desempeña un papel importante en la economía y la vida cultural del país.

Ni el pasado histórico ni las circunstancias que actualmente imperan en Palestina pueden justificar una solución unilateral a la cuestión palestina que excluya los derechos legítimos del pueblo judío, ni una a favor del establecimiento de un Estado judío independiente que excluya los derechos legítimos del pueblo árabe. Ninguna de estas dos opciones extremas conduciría a una solución justa para este complicado problema, en especial porque ninguna garantizaría un acuerdo en las relaciones entre árabes y judíos, lo que constituye la tarea más importante.

Se puede lograr una solución justa tan solo si se evalúan detenidamente los intereses legítimos de ambos pueblos. Todo esto lleva a la delegación soviética a la conclusión de que los intereses legítimos de tanto la población árabe como la judía se pueden preservar únicamente mediante el establecimiento de un Estado árabe-judío homogéneo, independiente, dual y democrático. Dicho Estado deberá cimentarse sobre la igualdad de derechos para las poblaciones árabe y judía, para de esta manera sentar las bases de una cooperación entre estos dos pueblos que servirá los intereses recíprocos y resultará beneficiosa para ambas partes. Es bien sabido que esta solución para el futuro de Palestina cuenta con partidarios en el país.

La historia contemporánea ofrece ejemplos no solo de la discriminación racial y religiosa que, desafortunadamente, aún impera en ciertos países. También ofrece ejemplos de la cooperación pacífica de diferentes nacionalidades en el marco de un único Estado, en el curso de la cual cada nacionalidad cuenta con un sinfín de posibilidades para contribuir con su labor y demostrar sus capacidades en el marco de este único Estado, con el objetivo de favorecer los intereses de todos los pueblos. ¿Acaso no es obvio el enorme beneficio que supondría tomar en cuenta los ejemplos disponibles de dicha convivencia amistosa y cooperación fraternal entre las diferentes nacionalidades dentro de un mismo Estado?

Es así que la solución a la cuestión palestina mediante el establecimiento de un único Estado con igualdad de derechos para árabes y judíos podría considerarse como una de las opciones y una de las formas más notables de solucionar este complicado problema. Una solución de este tipo para el problema del futuro de Palestina podría ser un fundamento sólido para que las poblaciones árabe y judía de Palestina convivan y cooperen pacíficamente con el fin de favorecer los intereses de ambos pueblos, beneficiar a toda la población palestina, y traer la paz y la seguridad al Medio Oriente.

Si, debido al deterioro de las relaciones entre los árabes y los judíos, resulta imposible la ejecución de este plan —y será importante conocer la opinión de la comisión especial sobre este punto— entonces habría que considerar el segundo plan, el cual, como el primero, cuenta con partidarios en Palestina, y el cual implica la partición de Palestina en dos Estados independientes y autónomos, uno judío y uno árabe. Deseo reiterar que dicha solución a la cuestión palestina sería justa solo si las relaciones entre las poblaciones árabe y judía resultaran ser tan malas que sería imposible reconciliarlas y garantizar la convivencia pacífica entre las dos.

Claro está que la comisión debe evaluar ambos planes para la resolución de la cuestión palestina. Su labor debe constar de un debate multilateral y minucioso sobre los planes para la administración de Palestina, con el fin de presentar, en la próxima sesión ordinaria de la Asamblea General, algunas propuestas evaluadas y razonadas detenidamente, que podrían ayudar a las Naciones Unidas a llegar a una solución justa a este problema, de conformidad con los intereses de los pueblos de Palestina, los intereses de las Naciones Unidas y nuestro interés común de mantener la paz y la seguridad internacionales.

Tales son las reflexiones que la delegación soviética consideró necesario expresar en esta etapa inicial de análisis de la cuestión de Palestina.