El pedido de los judíos al finalizar la Segunda Guerra Mundial: “Deja ir a mi pueblo [a Palestina],” Moshe Shertok, Monte Scopus, Jerusalén

(13 de mayo de 1945)

Fuente: Palestine Post, 14 de mayo de 1945, págs. 1 y 3; véase la versión resumida del discurso en: Daphne Trevor, Under the White Paper: Some Aspects of British Administration in Palestine from 1939 to 1947, Jerusalén: The Jerusalem Press Ltd, 1948, pág. 131.

 “Los representantes del pueblo judío en Palestina se reunieron ayer en las alturas del Monte Scopus para celebrar la victoria sobre Alemania y expresar los sentimientos del Yishuv en esta coyuntura de la historia.

Liderados por sus grandes rabinos, los miembros de la asamblea elegida, el Consejo General Sionista y los representantes de los municipios judíos y consejos locales se reunieron en el salón del Edificio Rosenbloom. El podio estaba decorado con la bandera británica y los colores sionistas, acompañados de una copia en grande del distintivo de hombro de la Brigada Judía. 

La reunión comenzó con la interpretación del coro de las niñas del Colegio Seligsberg de “I Believe”, cuya letra coreaban los judíos cuando se dirigían a los campos de concentración en Polonia. El gran rabino Ben Zion Uziel recitó una oración especial en la que daba gracias por la victoria y conmemoraba a las víctimas de la guerra.

La oración “El Malei Rachamim” fue interpretado por el cantor A. Reich, mientras la asamblea se ponía de pie en memoria de los millones de judíos asesinados en Europa. Al concluir esta primera parte de los procedimientos, la bandera sionista, que hasta entonces había estado a media asta, se elevó a lo más alto. […]Después de unas palabras de apertura del Sr. David Remez, el Presidente de la rama ejecutiva del Vaad Leumi (el Consejo Nacional), el Sr. M. Shertok, el Director del Departamento Político de la Agencia Judía, pronunció un combativo discurso que marcó la pauta del encuentro….”

 … De esta manera lo informaba el “Palestine Post” en su reportaje sobre uno de los discursos clave en la historia del Yishuv. Al igual que Ben Gurión, el Director de la Agencia Judía, Shertok proclamó que los judíos controlarían su propio destino. Ben Gurión afirmó en numerosas oportunidades que los judíos estarían al mando de su destino, pese a las imposiciones del Libro Blanco británico de 1939, que limitaba la expansión judía en Palestina (asimismo declaró expresamente en su discurso de mayo de 1942, en el Hotel Biltmore, que los sionistas crearían un Estado).

Shertok hizo un llamado a los líderes de las capitales europeas para que permitieran la inmigración a Palestina de los judíos europeos que aún permanecían en Europa, afirmando insistentemente que aquellos que ya estaban en Palestina continuarían presionando para que se estableciera el Estado, independiente de si eran abandonados por la comunidad internacional en ese momento crítico. Las palabras de Shertok fueron seguidas de un tributo del Dr. Isaac Herzog “a la defensa heroica y solitaria de los británicos después de los sucesos de Dunkerque y las enormes contribuciones de los Estados Unidos a la victoria final…”. Después de agradecer expresamente a los soldados británicos que “detuvieron la campaña nazi en el Medio Oriente [en África del Norte]”, Herzog comentó que la inmensa labor que los ocupaba era el “restablecimiento de la dignidad de la vida humana”. Señaló con el dedo a las naciones del mundo por haber sido incapaces de “comprender la tragedia del pueblo judío y su condición de apátrida”. Herzog concluyó expresando que “no hay sofisma que pueda ocultar el verdadero significado de la Declaración Balfour: el retorno de los judíos a la tierra”. Cerró sus declaraciones con un llamado a la amistad futura entre los árabes y los judíos. El objetivo (de establecer un Estado judío que mantuviera relaciones amistosas con sus vecinos árabes) era coherente con lo que Shertok y sus colegas ofrecieron al Director de la Liga Árabe dos años más tarde en septiembre de 1947. La propuesta del reconocimiento mutuo con los árabes se mencionaría nuevamente en la Declaración de Independencia de Israel en 1948.

En este momento del mes de mayo, los líderes del Yishuv tenían su confianza depositada en Gran Bretaña; esta había llevado a cabo una labor heroica al ganar la guerra con sus aliados, y las esperanzas estaban cifradas ahora en los líderes británicos para que hicieran lo correcto y permitieran la inmigración de miles de judíos a Palestina. No obstante, esta actitud favorable hacia Gran Bretaña no impidió que Shertok reprendiera a los ingleses por haber mantenido cerradas las puertas de Palestina a la inmigración judía durante la guerra. El objetivo más apremiante para los sionistas era rescatar a los desplazados en Europa; a mediados de junio de 1945, Shertok escribió al Alto Comisionado, Lord Gort, solicitándole la emisión de 100 000 certificados de inmigración. Lamentablemente, Shertok tuvo que llevar a cabo preparativos en el mismo mes para el caso de que Gran Bretaña no atendiera su pedido; el grupo de defensa Haganah de la Agencia Judía envió hombres a Europa para incrementar el sistema de inmigración ilegal a Palestina que se había iniciado a finales de los años treinta. El triunfo del partido Laborista en Gran Bretaña en julio dio esperanzas a los sionistas de que las restricciones impuestas en el Libro Blanco serían retiradas: no fue así. En oposición al Gobierno británico, el presidente Truman apoyó el envío de 100 000 judíos desplazados a Palestina. Durante los años siguientes, la cuestión de otorgar certificados de inmigración a Palestina a los judíos europeos desplazados dominó los desacuerdos entre los británicos y los estadounidenses en torno a Palestina. Finalmente, se permitió la inmigración de los 100 000 desplazados, pero esto no ocurrió antes de que el futuro de Palestina se viera envuelto en las secuelas emocionales de lo acontecido en Europa entre 1939 y 1945. 

Desgraciadamente, otra lección de la historia judía reciente se vio reiterada para aquellos judíos que querían confiar en la clase dirigente: los cambios políticos, las políticas insatisfactorias y las personalidades insensibles determinaron el destino del pueblo judío. Gran Bretaña, que con actitud tan noble combatió el nazismo en el campo de batalla y soportó el “blitz” (bombardeo aéreo), eligió un nuevo Gobierno laborista que no solo optó por impedir la inmigración durante esos momentos desesperados para los judíos que aún permanecían en Europa, sino que también creó obstáculos en 1947 para la partición de Palestina. La respuesta a este punto muerto se impuso inequívocamente a los líderes sionistas: “Háganlo ustedes mismos”. El Haganah se comprometió a llevar a cabo la inmigración ilegal, y la Agencia Judía optó por emprender una campaña de cabildeo ante los miembros de las Naciones Unidas en torno al futuro de Palestina. El enfoque de los medios de comunicación en lo que acababa de ocurrir en Europa y lo que podría ocurrir con la población judía europea que había sido desplazada opacó la labor que el Yishuv había realizado para preparar el terreno; esto llegó a ser un factor importante en el desarrollo de la historia del surgimiento del Estado de Israel. Las escenas desgarradoras de los judíos que intentaban acceder a Palestina en contra del bloqueo británico y las consecuencias de las políticas antijudías empañaron los esfuerzos de los sionistas durante las cuatro décadas anteriores para crear un marco que permitiera el establecimiento de un Estado. Incluso más oculto quedó el papel de las decisiones políticas que los árabes palestinos y otros líderes árabes tomaron para asistir en el establecimiento del Estado judío. El lente histórico y el enfoque estaban puestos en la inmigración. No se hizo referencia alguna a la complicidad de los árabes palestinos al ayudar a los sionistas a adquirir tierras y construir su Estado. Los sucesos ocurridos entre mayo y junio de 1945 alteraron de modo importante la memoria y, por lo tanto, la historiografía de cómo se recordaría el conflicto emergente en las décadas siguientes. Shertok formuló una declaración contundente en su discurso: a pesar de todos los contratiempos, los judíos establecerían un Estado. Los judíos controlarían su propio destino.

     –Ken Stein, junio de 2012.

“En vista de la dimensión pasmosa de nuestra catástrofe, no menospreciemos el milagro de nuestra salvación. Se han derrotado las ambiciones de nuestro enemigo de hacer del mundo un lugar ‘Judenrein’ (‘libre de judíos’). Recordemos a las naciones que estuvieron al borde del precipicio: una de ellas fue Inglaterra y la otra, Palestina. Fuimos amenazados una y otra vez. No olvidemos nunca los días de El Alamein, cuando los comienzos de nuestros logros y la esperanza de generaciones de judíos se encontraban entre la vida y la muerte, y el Yishuv, conformado por 600 000 almas, se enfrentaba al abismo del olvido.

¿Existe otro pueblo en el mundo que cuente con un historial como el nuestro, o que haya probado el sabor amargo de la muerte como lo hemos hecho nosotros? Otros se han visto amenazados por la conquista y la esclavitud; solo en nuestro caso un pueblo entero pareció estar condenado a desaparecer. En un momento en que otros cuentan sus bajas de guerra en los cientos de miles, nosotros contamos los millones que fueron sacrificados como ovejas. Ante esta abrumante demostración de vergüenza y deshonra de nuestras debilidades, cada muestra de fortaleza y coraje del judaísmo, la memoria de cada muerte en el campo de batalla, es doblemente valiosa. [Shertok enalteció a todos los judíos caídos en la presente guerra, comenzando con] los héroes del gueto, los voluntarios palestinos caídos, aquellos que murieron en la campaña libia o durante las operaciones de comando en África del Norte, las islas del Egeo, el Adriático; aquellos que se ahogaron en el mar y los voluntarios civiles, quienes dieron su vida en osadas operaciones en la costa y el desierto de Siria, y los que encontraron la muerte tras las líneas enemigas donde se habían dirigido con el objetivo de rescatar judíos, o ayudar a los Aliados; y, por último, las bajas de la Brigada Judía. Todas estas muertes en el campo de batalla sirvieron de consuelo a un pueblo judío oprimido y humillado.

Fueron el símbolo de que los judíos pueden vivir y morir de otro modo.

Esta tiene que ser la última guerra en la que el destino del pueblo judío cuelga de un hilo; la última vez que los judíos son objeto de lástima y consideración. El pueblo judío debe liberarse de la humillación de sentir miedo. Tiene el derecho de pedir al mundo que lo asista a liberarse del miedo y de padecer necesidades. ¿Nos ayudará el mundo aliado, con quien luchamos hombro a hombro y a quien servimos fielmente de apoyo en esta región, a alcanzar esta libertad? O, por el contrario, ¿nos abandonará a nuestra suerte? Si nos abandona, continuaremos solos nuestra lucha, rechazando los consejos superficiales o los falsos arreglos. El final fue victorioso porque en un momento determinado hubo alguien que no fue disuadido de seguir la lucha en solitario. No obstante, antes de que optemos por este último recurso, hacemos un llamado a todos para que nos ayuden a rescatar tanto a nuestros hermanos como a nosotros mismos. ¿Acaso el único derecho de un judío es el de no ser asesinado? El primer llamado se debe hacer a aquellos en Londres que tienen la llave de las puertas de Palestina. Deben abrirlas de par en par. [Shertok luego reprendió a Sir Anthony Eden por su comentario en San Francisco unos días antes, en el que afirmaba que Gran Bretaña ya había cumplido con sus obligaciones para con los judíos, y citó una denuncia del Libro Blanco realizada por el Sr. Churchill ante la Cámara de los Comunes en mayo de 1939. ‘Se ha cometido una violación. Se ha quebrantado un compromiso. Se ha abandonado la Declaración Balfour. Se ha puesto fin a una visión, una esperanza, un sueño’.]

Y, asimismo, debemos hacer llegar nuestro llamado a todos aquellos que tienen las llaves que nos permitirán salir, desde Moscú hasta París[…]: Deja ir a mi pueblo. Es grandioso poder proclamar desde el Monte Scopus, que domina nuestra ciudad santa, que Israel aún vive. Benditos sean los brazos de aquellos a quienes debemos nuestra supervivencia. Bendita sea Inglaterra, que se mantuvo de pie sola durante un año entero cuando todo parecía estar perdido. Benditos sean sus aliados. Sin embargo, no basta con recordarles a Inglaterra y a sus aliados aquel antiguo llamado, ‘Deja ir a mi pueblo’; lo que el mundo debe saber es que Israel ha decidido vivir de un modo diferente. Israel reivindica su nación, no con la intención de desplazar a otros, sino para asentarse nuevamente en ella y desarrollarla; no para oprimir a otros, sino para lograr su salvación.

Reivindicamos la libertad de inmigración y asentamiento, la libertad de defendernos, de ser los dueños de nuestro destino, de establecer lazos de amistad con nuestros vecinos sobre la base del respeto mutuo y los intereses comunes. Reivindicamos la igualdad y el establecimiento del Estado”.

  1.  “People’s Call from Mt. Scopus Mr. Shertok’s Keynote: ‘Let My People Go’ ” Palestine Post [Jerusalén] 14 de mayo de 1945: 1+. Historical Jewish Press. The National Library of Israel. Web. 28 de junio de 2012. <http://www.jpress.org.il/Default/Skins/TAUEn/Client.asp?Skin=TAUEn&enter=true&sPublication=PLS&Publication=PLS&Hs=advanced&AW=1340912398304&AppName=2>.
  2.  Ibídem.
  3.  Ibídem.