15 de septiembre 2020
Forjados silenciosamente durante la última década o incluso antes, los lazos para una relación a largo plazo entre Israel y los estados del Golfo se han hecho públicos, en base a intereses nacionales con la especulación de que las relaciones adversales podrían convertirse en un sistema regional de alianza flexible. Formado a partir del histórico Acuerdo Conjunto firmado entre Israel y EAU en agosto del 2020, los Acuerdos Abraham consisten en un marco para normalizar las relaciones diplomáticas entre Israel, EAU y Baréin; notablemente, estos acuerdos no están basados en resolver primero el conflicto palestino-israelí. Este convenio define la trayectoria para el establecimiento de embajadas, y la formación de vínculos diplomáticos, culturales y económicos. Áreas específicas de intercambios comunes probablemente incluirán seguridad cibernética, comercio, inteligencia artificial, información de inteligencia, administración del agua, y muchos otros ámbitos tecnológicos. Israel y los EAU son centros comunes para la investigación y el desarrollo.
Notablemente, Israel y los Emiratos dieron inicio por primera vez vuelos comerciales entre ambos países. El acuerdo está basado en intereses nacionales, para los cuales es fundamental el miedo a las intenciones hegemónicas de Turquía, Irán, y más allá de la región, la lenta intromisión de la presencia de China en Medio Oriente. Oficiales de los tres países, quienes han comentado sobre las motivaciones detrás del acuerdo, han notado las preocupaciones en común para las convulsiones internas de los estados árabes, las cuales han durado una década, causadas por un decenso económico difícil, problemas exacerbantes de COVID-19, poblaciones masivas de personas desplazadas, y bolsillos de corrupción perenne existentes en proporciones epidémicas.
Partiendo de un contenido previo desenvuelto en los tratados o acuerdos árabe-israelíes, estos acuerdos no incluyeron una promesa de retirada por parte de Israel de los territorios para beneficiar al PLO o a la Autoridad Palestina. Este acuerdo no incluyó ninguna mención a las resoluciones de la ONU o UE. No incluyó ninguna precondición solicitada además de la promesa israelí de no anexar las tierras de Cisjordania que adquirió en la guerra de junio de 1967. Escritores israelíes y árabes, como también muchos analistas han internalizado la realidad de que el liderazgo político palestino continúa siendo esclerótico, dividido, disfuncional y altamente autocrático. Más frecuentemente desde mediados de agosto del 2020, varios académicos y escritores han comentado vigorosamente que los “Palestinos Repiten los Mismos Errores” una vez más al procrastinar y no entrar en alguna forma de negociación.
Esto no es nada nuevo para la OLP. Yassar Arafat llevó la OLP a negar su participación en las negociaciones de paz cuando fue repetidamente escoltado por el gobierno de Carter cuarenta años atrás…De acuerdo a una extensa entrevista con el Embajador de los EE.UU. en Israel Samuel Lewis, (1977-1985). El presidente de Egipto, Anwar Sadat dejó todo en manos de los norteamericanos, y particularmente al Asesor de Securidad Nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski para persuadir a Arafat a unirse a los diálogos, reconocer a Israel, renunciar al terrorismo, y formar parte de los esfuerzos de Carter para la paz. Sadat sabía que Arafat era incapaz de aceptar a Israel. Por consiguiente, Sadat notificó en Camp David a sus decepcionados asesosores del Ministerio de Relaciones Exteriores que no iba a esperar a que Arafat o la OLP estropearan los frutos territoriales de las negociaciones con los israelíes–el retorno del Sinaí sin establecimientos. Lewis nos recuerda que allí había más que un gran interés entre los palestinos de Cisjordania en involucrarse antes y después de las negociaciones de Camp David en septiembre de 1978, pero “estaban bajo presiones severas por parte de la exitosa propaganda de la OLP, para no participar en las negociaciones por la soberanía (autónoma) de Palestina.” El oficial Nabil Shaath la OLP, durante una entrevista conmigo en Cairo el día 2 de octubre de 1988, explicó por qué la OLP no se unió a las negociaciones de 1978–“Sin importar las fallas de Camp David, nos dio la oportunidad de obtener el reconocimiento de nuestros derechos legítimos. No estábamos preparados.” Arafat no estaba preparado.
Resolver el conflicto palestino-israelí ya no es un obstáculo para fomentar las relaciones de estado-a-estado en Medio Oriente. Con el desarrollo del acuerdo EAU-Israel-Baréin, los estados árabes pueden iniciar contactos con Israel más ampliamente – no en base a una ideología o una restricción artificial sino para promover intereses estratégicos en común. Quizás pueda desarrollarse un sistema de alianza flexible con objetivos comunes, uno donde Washington o la UE podrían jugar un rol de consolidación, más no de intromisión, promoviendo conexiones comunes entre los estados de la región. Esto podría ser un aspecto político a tener en cuenta para el próximo presidente de los Estados Unidos, sin importar quien ocupe el Despacho Oval en Enero 2021.
Professor Kenneth Stein
Septiembre 30, 2020