Los motivos de Rabin para firmar los acuerdos de Oslo
El fundador palestino de Hamas, Shakyh Ahmed Yassin, fotografiado con el ayatolá Khamanei de Irán. Se trata de una alianza que Rabin quería frustrar reconociendo a la OLP. Foto: Dominio público.

(1 de noviembre de 1995)

Tres días antes de ser asesinado el 4 de noviembre de 1995, el Primer Ministro israelí Rabin le dijo a su redactor de discursos, Yehuda Avner, por qué reconocía a la OLP y a Yasir Arafat. Ese reconocimiento llegó en el Intercambio de cartas entre Rabin y Arafat el 9 de septiembre de 1993 , cuatro días antes de la firma de los Acuerdos de Oslo.  Rabin despreciaba a Arafat: no confiaba en él porque vio de cerca al líder de la OLP pasar toda su vida matando israelíes y judíos; Mediante la violencia, Arafat buscó constantemente socavar la existencia de Israel. Sin embargo, Rabin era un pragmático. Prefería en esta coyuntura reforzar la corriente de nacionalismo palestino de orientación secular de la OLP de Arafat frente al teológicamente dominado Hamas, apoyado en parte por Irán. Rabin creía que no reforzar la corriente secular en el movimiento nacional palestino sólo elevaría a Hamás. Más, Rabin creía que un conflicto nacional secular sobre el territorio podría resolverse, pero un conflicto de base teológica judío-islámica duraría décadas . Rabin no podía prever cómo la OLP de Arafat y el gobierno de la Autoridad Palestina evolucionarían hacia una cleptocracia donde los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza estarían dominados por un gobierno autocrático. No podía ver que la OLP y la Autoridad Palestina serían tan ineptas administrativamente como para que Hamás arrebatara el control de la Franja de Gaza mediante un golpe de Estado en junio de 2007 y dominara la política palestina allí durante al menos los siguientes quince años. 

El temor de Rabin sobre Irán era correcto; continuaría brindando apoyo logístico, financiero y filosófico masivo a Hamás. De acuerdo a declaraciones del líder de Hamás, Yahya Sinwar, en mayo de 2021 , “Nuestra completa gratitud se extiende a la República Islámica de Irán, que no nos ha ahorrado nada a nosotros ni a las demás facciones de la resistencia palestina en los últimos años. Nos han proporcionado dinero, armas y experiencia. Nos han apoyado en todo”. Rabin fue profético sobre Irán, pero podría haberle sorprendido el nivel de odio genocida que Irán difundiría contra Israel durante el siguiente cuarto de siglo.  Rabin malinterpretó las intenciones de Arafat de llevar a los palestinos hacia una mayor autonomía, y tal vez algo más allá de eso en el plano político.  Los Acuerdos de Oslo proporcionaron a Israel enormes aperturas económicas y comerciales hacia la India, el Lejano Oriente y el resto del mundo, pero no desarrollaron una relación más pacífica entre Israel y los palestinos. La responsabilidad de ese déficit persiste en muchos lugares.

Ken Stein, 4 de noviembre de 2023


Pregunta del autor, Yehuda Avner: ¿Por qué le estrechó la mano a Arafat?

Rabin: “Primero: Israel está rodeado por dos círculos concéntricos. El círculo interno se compone de nuestros vecinos inmediatos: Egipto, Jordania, Siria y el Líbano y, por extensión, Arabia Saudita. El círculo externo se compone de los vecinos de esos países: Afganistán, Irán, Irak, Sudán, Yemen y Libia. Prácticamente todos estos últimos son Estados renegados, y algunos están desarrollando un programa nuclear.

Segundo: El fundamentalismo islámico, inspirado en Irán, constituye una amenaza para el círculo interno, ni más ni menos que para Israel. El fundamentalismo islámico pretende desestabilizar los emiratos del Golfo; ya ha causado estragos en Siria, donde han muerto 20 000 personas; en Argelia, donde han muerto 100 000 personas; en Egipto, donde han muerto 22 000 personas; en Jordania, donde han muerto 8000 personas; en el Cuerno de África —en Sudán y Somalia—, donde han muerto 14 000 personas; en Yemen, donde han muerto 12 000 personas y ahora está aumentando su influencia en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza.

Irán es quien lo financia, quien invierte millones en programas educativos y de salud, para conquistar el corazón del pueblo y alimentar el fanatismo religioso.

Por lo tanto, ha surgido una confluencia de intereses entre Israel y el círculo interno, cuyo interés estratégico a largo plazo es el mismo que el nuestro: disminuir las consecuencias desestabilizadoras ocasionadas por el círculo externo. En última instancia, el círculo interno reconoce que tiene menos motivos para temer de Israel que de sus vecinos musulmanes, siendo el principal de ellos la posibilidad de que las potencias islámicas desarrollen un programa nuclear.

Tercero: El conflicto árabe-israelí siempre se consideró un conflicto político, es decir, un conflicto entre árabes e israelíes. Los fundamentalistas están haciendo todo lo posible para transformarlo en un conflicto religioso, de musulmanes contra judíos y del islam contra el judaísmo. Si bien es posible solucionar un conflicto político mediante negociaciones y compromisos, no existen soluciones para un conflicto teológico. El resultado es la yihad, la guerra religiosa de su Dios contra el nuestro. De llegar a ganarla ellos, nuestro conflicto transcurriría de una guerra a otra, y de un punto muerto a otro.

Y este es principalmente el motivo por el que accedí a los acuerdos de Oslo y, aunque con reticencia, estreché la mano de Yasser Arafat. Tanto él como su OLP son el último vestigio del nacionalismo palestino secular. No hay nadie más con quién tratar. O es la OLP o no es nadie. Hay que elegir entre una posibilidad muy remota de lograr un acuerdo, o la certeza de que no habrá ningún acuerdo, en momentos en que las fuerzas radicales desarrollan un programa nuclear”.