Prevención de Palestina: una historia política desde Camp David a Oslo
Yasir Arafat with Palestinian leaders, Mamoud Darwish and George Habash, 1988

2019.8 Prevención de Palestina: una historia política desde Camp David a Oslo por Seth Anziska. Princeton, NJ: Princeton University Press, 2018. 435 páginas.

libros – Opinión  Por el Profesor Kenneth Stein, Presidente, Center for Israel Education, agosto 2019.

El desarrollo de la historia no otorga segundas oportunidades. No hay cambios. El peso de las malas elecciones o el desaprovechar oportunidades a menudo recae en el liderazgo. ‘Arafat tomó muchas decisiones equivocadas con consecuencias negativas para el movimiento nacional palestino, entre ellas su negativa a entablar negociaciones, o incluso ponerlas a prueba sinceramente con el presidente estadounidense más pro-palestino del siglo XX.

Este libro surge de una disertación doctoral completada en el año 2015 en la Universidad de Columbia. La tesis central de esta obra es que desde 1977 hasta 1993 se llevó a cabo un objetivo en forma intencional, si bien no del todo conspirativo. Este propósito fue llevado a cabo por una serie de líderes políticos principalmente estadounidenses, israelíes y egipcios cuyo objetivo era frustrar la evolución de la autodeterminación palestina y el eventual surgimiento de un estado palestino en la Cisjordania y la Franja de Gaza.

La mitad del libro está dedicada al apoyo del presidente Jimmy Carter a las aspiraciones políticas palestinas y un tercio del libro se centra en la gestión de la administración del presidente Ronald Reagan luego de la invasión israelí de Líbano en 1982. El resto del libro se concentra en el fin de la década de 1980 y se enfoca en cómo el diálogo entre los Estados Unidos y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se fusionó con los efectos de la Guerra del Golfo de 1991, y así luego se transformó en la Conferencia de Madrid, que finalmente condujeron a los Acuerdos de Oslo en septiembre de 1993.

Muy correctamente, el autor señala que el cambio histórico de la administración Carter en la política exterior estadounidense con respecto a las negociaciones de paz árabe-israelí terminó por aceptar el concepto de una patria palestina y reconoció “los derechos legítimos del pueblo palestino y sus justos requisitos” (citado p. 125). A fines de la década de 1970, se nos recuerda que esta promesa fue insuficiente para la OLP liderada por Yasir Arafat y el Comité Ejecutivo de la OLP. En cambio, el autor culpa a los Estados Unidos, al liderazgo poco determinado de la comunidad judía estadounidense, a conservadores estadounidenses de la guerra fría, de los cuales el autor no da detalles específicos, y al gobierno israelí por no haber implementado el plan para la autonomía palestina durante los años 1977-1993. Este libro omite mencionar que el gobierno de Estados Unidos invirtió una larga cantidad de horas intentando persuadir a los palestinos para que participen de las negociaciones.

La pregunta que el autor Seth Anziska no responde por completo es por qué la OLP no estaba lista para negociar cuando fue acogida y aceptada por el total del equipo de política exterior de la administración Carter. Al mismo tiempo, no había líderes en ninguno de los principales partidos de Israel, Laborista o Likud, que estuvieran dispuestos a aceptar el concepto de autodeterminación palestina o de un estado palestino. Además, tanto el presidente egipcio Anwar al-Sadat como el primer ministro israelí Menachem Begin se oponían a la participación de la OLP en las negociaciones o a incorporar a otros líderes árabes a las negociaciones, ya que tales pasos frustrarían los objetivos principales de Egipto e Israel de intercambiar tierras a cambio de un tratado de paz. Por otra parte, Israel nunca permitiría un estado de la OLP en sus fronteras.


Anziska apenas si rasca la superficie de este tema al decirle al lector cuán profundamente comprometido estaba el equipo de Carter en promover las aspiraciones de los palestinos, incluso tomando en cuenta la oposición israelí a incluirlos y el desasosiego que estos causaban en el presidente Sadat. Uno habría asumido que una vez que Sadat visita Jerusalén en noviembre de 1977, el equipo de Carter se habría concentrado únicamente en no perder la posibilidad de un acuerdo bilateral egipcio-israelí. Ese no fue el caso. El material de archivo de fuentes estadounidenses e israelíes demuestra cuán tenaz fue la administración Carter en la búsqueda de la autodeterminación palestina, aun después de la firma del Tratado de Paz egipcio-israelí en marzo de 1979. Dos hechos demuestran el continuo apoyo de la administración del presidente Carter a la autodeterminación palestina. Primero que todo, el respaldo de Carter a tres resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1979 y 1980 que condenaron la política de asentamiento israelí y caracterizaron a Jerusalén como territorio ocupado.
En segundo lugar, hubo reiteradas propuestas a Yasir ‘Arafat para unirse a las negociaciones (que incluso continuaron bajo la administración Reagan).

En la historiografía de los tres temas principales que se intentaron cubrir en el período 1977-1993, este libro es menos valioso y no tan completo como los escritos por William Quandt, Ze’ev Schif,, Ehud Ya’ari, David Makovsky, y especialmente el de Yezid Sayigh sobre el movimiento nacional palestino. Si bien el autor realizó entrevistas significativas con participantes que estuvieron diplomáticamente activos con el tema palestino en los años setenta y ochenta, una visión más completa de las interacciones estadounidenses con la OLP y ‘Arafat podría haber sido presentada con entrevistas muy detalladas con diplomáticos estadounidenses que se encuentran en la Asociación para Estudios y Capacitación Diplomáticos (ver https://adst.org/), especialmente entrevistas con Wat Clevurius, Morris Draper, John Kelly, David Mack, Tom Pickering, Nick Veliotes, Dick Viets y otros. Todos estos funcionarios del Departamento de Estado de EE. UU. tuvieron múltiples contactos con ‘Arafat durante el período comprendido entre los años setenta y principios de los noventa, y todos criticaron su liderazgo, su elevado ego y su terquedad.

Además, el libro habría sido significativamente más completo si el autor hubiera abordado tres aspectos principales de la vida política de la OLP durante su período de investigación; por ejemplo, el hecho de que el estilo autocrático de Arafat intimidaba la participación política de aquellos palestinos que residían en la Cisjordania y la Franja de Gaza; cómo la OLP emprendió un viaje lleno de baches a través de las tormentas de la política interárabe; y por qué la OLP no aceptó las condiciones de negociación durante el período Carter, sin embargo las aceptó 15 años después.

En sus conclusiones, el autor señala correctamente que  en 1977-1979, la OLP se negó a reconocer a Israel, a aceptar la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU como parámetro para las negociaciones y a renunciar al terrorismo, algo que finalmente hizo en septiembre de 1993. Esos reconocimientos reabrieron las negociaciones de la OLP con los Estados Unidos a fines de 1988 y, finalmente, con Israel en 1992/93. Con un toque de tristeza, el autor señala que “la aceptación de Arafat del autogobierno limitado, a través del establecimiento de una Autoridad Nacional Palestina interina, diluyó los elementos centrales de la lucha nacional palestina, al chocar contra la idea de autonomía establecida por Begin en 1977 (pp 299-300)

¿Por qué la OLP acepto en 1993 lo que no quiso aceptar en 1978 y cuáles fueron las implicaciones de tales decisiones?  Primero, ni el consenso de la OLP, Arafat o ningún país árabe fuera de Egipto estaban dispuestos a aceptar la existencia o la legitimidad del estado de Israel. Finalmente, Arafat negocia con Israel en 1993 puesto que temía perder control de la OLP a manos de nuevos líderes que pudieran surgir de la Cisjordania o Gaza. Arafat siempre temió que la OLP puediera ser reemplazada como el único representante legítimo del pueblo palestino. Su concepto de auto-determinación palestina era determinado por el mismo. En 1986 el declaró que “no hay alternativa a la OLP y esa realidad solo cambiaria si Arafat es asesinado”. La noche del 12 de Setiembre de 1993, cuando yo acompañé al expresidente Carter y a su señora a una reunión con Arafat y con miembros del comité ejecutivo de la OLP en Washington DC, Arafat volvió a afirmar esto, diciendo “necesito mantener el control del movimiento palestino”.

En segundo lugar, ni Arafat ni la OLP estaban preparados para firmar un acuerdo o entablar negociaciones con Israel, ni siquiera entrar en una medida de autogobierno sin la promesa de un estado. ¿Por qué Israel tuvo una oposición tan intensa a la OLP? El autor no menciona años de terrorismo patrocinado por la OLP y cientos de muertes que la OLP causó a Israel en Múnich, Ma’alot y otros lugares, además de múltiples secuestros de aviones y asesinatos de diplomáticos estadounidenses en Sudán y Libia. No, a Arafat y a la OLP se les perdona por sus malas decisiones y acciones terroristas porque decidió durante 15 años no huir de la “lucha armada” o la violencia contra Israel. En 1987, dijo Arafat, “cualquier nación que pierda la opción militar no merece vivir. . . continúe aumentando la fuerza hasta que logremos un equilibrio militar estratégico con el enemigo israelí “. Cuatro meses después reiteró, “rechazamos absolutamente las negociaciones con el enemigo israelí”.  Como ‘Arafat dijo a los enviados al presidente Carter: insistió en una promesa de autodeterminación como requisito previo para las conversaciones. El 12 de septiembre de 1993, Arafat reconoció el derecho de Israel a existir, aun sin una promesa de autodeterminación.

En tercer lugar, ¿cuáles fueron las implicaciones del retraso de 15 años? En octubre de 1988, Nabil Sha‘ath, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP, dijo: “No importa las fallas delos acuerdos de Camp David”. Camp David nos dio la oportunidad de considerar nuestros derechos legítimos. No estábamos preparados para Camp David”.  Mirando en retrospectiva, el presidente egipcio Hosni Mubarak señaló en 1992: “Hoy lamentamos no haber implementado Camp David. Hoy, el 75 por ciento de los territorios ocupados están cubiertos con asentamientos. Los teníamos en nuestras manos sin asentamientos. Hay todavía algunos que continúan rechazando los acuerdos de Camp David.”  Anziska concuerda en que la demora de la OLP fue un error político, y escribió: “solo había cuatro mil colonos judíos en Cisjordania y Gaza cuando Begin asumió como Primer Ministro en 1977, y hacia fines de 1992 había más de 100,000” (p 300).

El desarrollo de la historia no otorga segundas oportunidades. No hay cambios. El peso de las malas elecciones o el desaprovechar oportunidades a menudo recae en el liderazgo. ‘Arafat tomó muchas decisiones equivocadas con consecuencias negativas para el movimiento nacional palestino, entre ellas su negativa a entablar negociaciones, o incluso ponerlas a prueba sinceramente con el presidente estadounidense más pro-palestino del siglo XX.

Kenneth Stein es el autor de “Heroic Diplomacy: Sadat, Kissinger, Carter, Begin” y” Quest for Arab-Israel Peace (Routledge, 1999)”. Enseña historia del Medio Oriente y ciencias políticas en la Universidad de Emory, Atlanta, GA and President, Center for Israel Education. Originally published in Middle East Journal, here with permission.

 

  1. Kenneth W. Stein, introduction to Egyp- tian-Israeli Negotiations’ Documents Reader: 1973–1979, ed. Kenneth W. Stein, Jacob T. Zack, and Eli Sperling (Atlanta: Center for Israel Edu- cation, 2019). 
  2. William B. Quandt, Camp David: Peace- making and Politics (Washington, DC: Brook- ings Institution Press, 1986); William B. Quandt, Peace Process: American Diplomacy and the Arab-Israeli Con it since 1967, third edition (Washington, DC: Brookings Institution Press, 2005); David Makovsky, Making Peace with the PLO: The Rabin Government’s Road to the Oslo Accord (Boulder, CO: Westview Press, 1995); Daniel Strie , Jimmy Carter and the Middle East: The Politics of Presidential Diplomacy (New York: Palgrave, 2015); Ze’ev Schi and Ehud Ya’ari, Israel ’s Lebanon War, trans. Ina Friedman (New York: Simon and Schuster, 1984); Yezid Sayigh, Armed Struggle and the Search for State The Palestinian National Movement, 1949–1993 (Oxford: Oxford University Press, 1997).

  3. Entrevista con Yasir ‘Arafat, “Arafat: Unser Widerstand lebt” [“Arafat: Our resistance lives”], Der Spiegel, 14 de julio de 1986, 115–17.

  4. Yasir ‘Arafat, Algiers Voice of Palestine, November 28, 1987, transcripto en Foreign Broadcast Information Service (FBIS), Medio Oriente y Africa del norte, 1ro de diciembre de 1987. 

  5. al-Hawadith (London), 29 de enero de 1988. 

  6. Entrevista de Ken Stein con Nabil Sha‘ath, 2 de octubre de, 1988, Cairo.

  7. Declaraciones del presidente egipcio Husni Mubarak, Radio Cairo, 30 de abril de 1992, citado por FBIS, Medio Oriente y Africa del norte.1ro de mayo de 1992.