¿Por qué deberíamos aprender sobre Israel?
La costa de Tel Aviv. Foto: Wikimedia Commons, Dominio público

Sea usted judío o no, aprender y familiarizarse con la historia y el futuro de Israel es un ejemplo poner el control de su destino en sus propias manos. Cada individuo está en su derecho de creer en una idea, de ser libre, de elegir su propio destino, y si es necesario, también de morir por sus creencias. Los judíos aceptaron el deber de creer en un Dios para poder defender ciertas reglas, regulaciones y leyes. Los judíos hicieron un pacto con Dios para lograr un objetivo moral, para observar los mandamientos que tal objetivo requería, y para transmitir estas enseñanzas a la siguiente generación.

La identidad judía se formó en torno a la adhesión a una conducta, a seguir las enseñanzas de los cinco libros de Moisés y al compromiso con la comunidad. Cuando los judíos vivían como minorías luego de su expulsión de Tierra Santa en los años 70 d. c., aprendieron, desde los márgenes de la sociedad, que para sobrevivir debían adaptarse al entorno de la sociedad donde moraban, manejar el medio y organizarse para su propia defensa y seguridad. Los judíos llegaron a comprender que, como minoría y como víctimas de repetidas persecuciones, para lograr sobrevivir debían abogar por su caso ante los más poderosos. Los judíos aprendieron a cabildear por su causa y a establecer y mantener relaciones que les permitieron hacer sus vidas sostenibles. En ocasiones, cuando esto ya no era posible, los judíos debían elegir entre abandonar las sociedades donde vivían o modificar su modo de vida.

Emek Hefer (esta es la región que se encuentra al sur de Hedera y al norte de Herzliya, Israel), Palestina 1934. Foto: cortesía del Archivo Sionista Central

Es así como los judíos consideraron la asimilación, la conversión y la revisión de sus prácticas judías. A mediados del siglo 19, un pequeño número de judíos, decidió tomar las riendas de su propio destino al decir: “¡No toleraremos esto más!”. Este es el concepto central que se expresa en el Hatikvah (1877), el himno nacional judío-israelí, “ser un pueblo libre en nuestra tierra”. (Lihiyot Am Hofshi Be’Artzenu,)

El surgimiento del sionismo a partir de una idea hacia una realidad concreta se puede describir convenientemente como “la búsqueda del estado, la creación del estado y el mantenimiento del estado”. Judíos comunes y corrientes de todo tipo optaron por irse de donde vivían para formar un nuevo colectivo que uniera sus creencias comunes bajo una estructura estatal. Los judíos ya eran un pueblo y una nación. Pero necesitaban un estado independiente. Así construyeron y aseguraron un lugar donde podrían vivir libres de la arbitrariedad de los poderosos y libres de ser perseguidos por sus creencias fundamentales.

De derecha a izquierda. Los líderes sionistas Moshé Sharett,
Chaim Weizman y David Ben Gurión en 1939. Foto: cortesía Del Archivo Sionista Central

Estudiar a Israel y a su pueblo vale la pena porque es un relato o un conjunto de relatos que demuestra el valor de no ahogarse en lamentos sino de convertir los retos en oportunidades. Estas son historias que vinculan a un pueblo con su tierra, que exhiben a un pueblo que luchó por su auto emancipación porque la libertad les era negada donde ellos residían. Los judíos no deseaban ya seguir siendo residentes de un lugar, sino que aspiraban a ser ciudadanos bajo su propia bandera. La historia israelí es la historia de cómo los judíos fueron ganando poder político. Es la historia de una transición de una situación de impotencia a una de poder y de ser objeto de decisiones ajenas a ser sujeto de sus propias decisiones. El Sionismo y el nacionalismo judío no fueron solamente un movimiento, fue también una superación. Estudiar a Israel es aprender sobre las características y cualidades que todos debemos buscar y apreciar: perseverancia, dedicación, compromiso y sacrificio. La evolución de Israel desde haber sido una comunidad de 24,000 personas dispares en 1881 a una masa de 650,000 en 1948 se realizó con entusiasmo, impulso si bien no sin errores de omisión y comisión.

Fila de abajo, de izquierda a derecha: El primer ministro Menachem
Begin, el ministro de defensa Ezer Weizman, el ministro de finanzas
Simcha Ehrlich, y el viceprimer ministro Yigal Yadin.
Fila de arriba: de izquierda a derecha: el líder de la oposición Shimon Peres,
y los parlamentarios Yigal Alon, y Abba Eban,
Foto: Cortesía del Archivo Sionista Central

Al establecer y mantener una democracia judía, la sociedad israelí es desafiada a medida que busca un balance entre las libertades civiles y la seguridad nacional, y una reconciliación entre la necesidad de mantener su mayoría judía y proteger las libertades civiles y religiosas de sus ciudadanos no judíos. Esto se pone a prueba diariamente cuando Israel intenta lograr un equilibrio entre su identidad incorporada a una práctica judía y la necesidad de reconciliarla

Soldados israelíes. Foto: cortesía de United with Israel

con las demandas por la igualdad de género, orientación sexual e igualdad racial. Estudiar a Israel significa comprender e internalizar el valor fundamental de solidaridad y de ayuda mutua entre miembros de una misma comunidad. Significa también entender cómo mantenerse unidos en momentos de crisis, y como mantener el equilibrio entre el uso de la fuerza para preservar la seguridad nacional y la necesidad de mantener las libertades individuales.

Estudiar a Israel es observar a una nación diversa con una herencia común. Es también observar como Israel interactúa con sus vecinos y con su vecindario, y también cómo los judíos de la diáspora interactúan con el país: la comunidad judía más grande del mundo.

En 2018, la población de Israel supera los 8 millones de habitantes, siendo un cuarto de la población árabe, y su producto bruto interno es de más de $350 mil millones.

A setenta años de su creación, Israel es un proyecto incompleto. No ha logrado determinar sus fronteras permanentes, ni el rol de la religión en el estado, ni la relación con sus vecinos. La historia de Israel, con sus dramáticos éxitos y fracasos, es apasionante, agitada y enriquecedora.