Una Tribu, Multiples Mynianim

Cuatro de cada cinco judíos en el mundo viven en los Estados Unidos e Israel; 6.3 millones en Israel y 6.7 millones en los Estados Unidos. Según el Pew Research Center, una institución dedicada a encuestas de opinión pública y análisis demográfico, 7 de cada 10 judíos estadounidenses se sienten ligados o muy apegados a Israel. En sus setenta años de existencia, Israel ha evolucionado hasta convertirse en una “religión” para los judíos. Israel une a los judíos en una especie de familia colectiva mundial.

Luego de tres años de participar en los seminarios de la “Fundación Lisa y Michael Leffell” y escuchar tanto a académicos como a profesionales dialogar sobre “el impacto de Israel sobre la identidad judía estadounidense,” no me caben dudas de que Israel ha tenido un profundo y positivo impacto sobre la vida cultural, religiosa, política e intelectual de la colectividad judía en los Estados Unidos.

Israel y temas relacionados con Israel han cementado la identidad judía estadounidense. Los judíos en Estados Unidos se enorgullecen de los logros de Israel a la vez que congregaciones y organizaciones judías nacionales en su mayoría incluyen a Israel como parte substancial de sus prioridades y actividades. Estas organizan viajes y programas especiales a Israel y además promueven eventos educativos y sociales allí con una gran variedad de actividades con contenido tanto para adolescentes como para adultos.

Así también, israelíes residentes en los Estados Unidos se encuentran profundamente involucrados en la enseñanza del hebreo mientras que jóvenes israelíes educan a jóvenes estadounidenses acerca de Israel, su población y sus desafíos en las colonias de verano y en los campus universitarios. Sin embargo, ciertos temas relacionados con Israel a menudo generan desacuerdos dentro de las congregaciones y las organizaciones judías nacionales.

Suele suceder que cuando los lideres de una organización nacional judía, sus oficinas nacionales o una congregación invitan a un conferencista a presentar sobre temas relacionados con Israel, se critica la elección de los disertantes aludiendo a que estos presentan puntos de vista “equivocados”.

De igual manera, si una organización nacional judía toma una posición pública sobre algún tema considerado central para Israel, sus líderes podrían ser criticados por ser demasiado estridentes, demasiado cautos o muy reservados. Ocasionalmente, las organizaciones judías trabajan diligentemente para cambiar o respaldar las políticas estadounidenses en torno a un tema sensible a Israel. Según si la organización logra su objetivo o no, sus seguidores se muestran satisfechos o descontentos.

Las congregaciones y las organizaciones tratan de evitar que sus miembros los abandonen o les retiren su apoyo. El pasado mes de agosto, un rabino de Washington me confesó que “es mejor para mí no hablar sobre Israel desde el púlpito. Prefiero no hablar antes que provocar ira en la congregación. Aparte de eso, cierto núcleo de la congregación acude a los servicios religiosos justamente para alejarse del ruido de la política estadounidense.”

Algunos judíos estadounidenses creen vehementemente que “saben mejor” cómo Israel debería actuar. Algunos son israelíes nativos, otros han vivido mucho tiempo o tienen familia allí. La mayoría no vota en Israel, por lo que usan sus afiliaciones en instituciones locales o nacionales judías como vehículos para expresar sus puntos de vista. Otros escriben blogs, tienen presencia en Twitter y Facebook o envían un sinfín de correos electrónicos. Aquellos que expresan opiniones personales desean que los líderes comunitarios actúen según como ellos piensan. Pero estas perspectivas se extienden a través de un largo y diverso espectro de ideas desde ortodoxo hasta agnóstico, desde progresista hasta conservador e incluso hasta anti sionista.

¿Pero es que acaso los judíos estadounidenses toman suficientemente en cuenta que su entorno político y estratégico no es el mismo que en el que viven los israelíes? ¿Es que acaso ellos saben lo que los israelíes desean o necesitan?

Las poblaciones judías de Israel y Estados Unidos son diferentes en muchos sentidos. Los judíos en Israel son mayoría (80%) y en los Estados Unidos constituyen solo el 2% de la población. Los judíos de Israel expresan su judaísmo siendo israelíes, conociendo su país, sirviendo en el ejército y hablando el idioma hebreo. Los judíos estadounidenses expresan su judaísmo afiliándose a organizaciones y a sinagogas. Los judíos israelíes no identifican su judaísmo con participación o afiliación en sinagogas. Y hay diferencias más reveladoras aún.

Según estudios realizados por el Pew Research Center, el 92% de los judíos israelíes se identifica con el centro o con la derecha del espectro político, mientras que el 78% de los judíos estadounidenses se identifica con el centro o con la izquierda del mismo.

También existen enormes brechas entre judíos israelíes y estadounidenses sobre lo que es percibido como problemas a largo plazo de Israel: el 38% de los israelíes en comparación con un 66% de los judíos estadounidenses considera la seguridad como la prioridad más importante de Israel, mientras que el 39% de los israelíes y solo el 1% de los estadounidenses considera los problemas económicos como prioridad. En una encuesta realizada por el Israel Democracy Institute en octubre de 2017, los judíos israelíes revelaron sus prioridades: el 26.5% señaló que era muy importante reducir las tensiones dentro de la sociedad israelí misma, seguido de un 22.6% que considera la necesidad de mejorar el sistema educativo como principal preocupación. Solamente el 11.5% de los encuestados respondió que la firma de un acuerdo de paz con los palestinos está a la cabeza de sus prioridades.

Mientras que más de la mitad de los judíos israelíes encuestados en los últimos años desea un acuerdo con los palestinos, una gran mayoría sostiene que tal acuerdo no es probable. Así también el 42% de ellos dice que los asentamientos judíos en los territorios de la Cisjordania contribuyen a la seguridad de Israel, mientras que solo el 17% de los judíos estadounidenses concuerda con esta posición.

Existen marcadas diferencias de opinión entre judíos estadounidenses e israelíes acerca de quiénes son, qué desean y qué necesitan. Para los judíos de la diáspora expresar opiniones sobre asuntos relacionados con Israel es perfectamente aceptable y los israelíes están también en su derecho de elogiarnos y criticarnos ya que son parte de esta “gran familia”.

Lamentablemente, la polarización política en los Estados Unidos ha penetrado la vida comunitaria judía, y con ella la premisa de que todo es un juego de suma cero entre las diferentes posiciones políticas. Esta práctica es tóxica para la vida comunitaria judía. Por el contrario, el debate razonado es una virtud. Los judíos del mundo son una sola tribu con muchos “minyanim” (sub-grupos). Manejar nuestros problemas es difícil, pero necesario. Trabajar juntos es preferible a hacerlo por separado. Para eso se requiere paciencia. A sus 70 años de vida, Israel no es un país perfecto. Es aun un proyecto inconcluso. Sin embargo, Israel ha logrado mucho para su propio beneficio, así como también para beneficio nuestro, los judíos de la diáspora.

Foto: AIPAC